Desamores en la política andaluza

Desamores en la política andaluza

Alejandro Hernández lanzó el primer aviso: “Quizá sea el momento de que nos replanteemos la forma en que apoyamos al Consejo de Gobierno… tampoco vamos a seguir apostando por la estabilidad del Gobierno de la Junta más de lo que hace Cs”. Para Vox en Andalucía, Ciudadanos ha roto la unidad de acción de las tres derechas apoyando a Pedro Sánchez, y marcando distancias en otros territorios con pactos asimétricos. En el triángulo del Gobierno andaluz, a Vox le toca un papel complementario del bipartito, pero se resiste a ejercer resignadamente el rol de la otra de la copla de Concha Piquer.

Desde ese momento el tándem Moreno-Bendodo lanzó guiños a ambos lados, para reconciliar el ambiente. Juanma Moreno cortejó a Vox, recordándole que son importantes para la transformación emprendida. Elías Bendodo apeló al trío: “tanto PP, Cs como Vox entendemos que lo primero es Andalucía, y que los malentendidos se solucionan hablando”. Moreno arrancó su rueda de prensa en la Alhambra declarando “es evidente la sintonía personal que tengo con el señor Marín, pero esa sintonía viene acompañada de sintonía política”. Bendodo fue más lejos calificando la relación con Juan Marín como “idílica”, un término de alto voltaje sentimental, puesto que idílico es lo relativo al idilio, y el idilio es una relación de enamorados (siempre según la Real Academia). Love is in the Air of San Telmo…. con banda sonora de John Paul Young.

Y aunque Hernández se resista a suturas tan melifluas e insista en que Cs marcará la pauta de la estabilidad –al cabo, es notorio que Marín tiene una agenda propia, arrimada estrictamente a la gobernabilidad de Andalucía– nadie cree que Vox vaya a desequilibrar más de lo necesario. Claro que “desequilibrar más de lo necesario” tiene márgenes, como votar junto a la izquierda para poner al Gobierno en aprietos con la paga extra de los sanitarios. Vox se ha sumado a la izquierda frente al Gobierno al que el PSOE acusa una y otra vez denegar esa paga merecida ignorando la voluntad de la mayoría. No obstante, hay otra lectura más sofisticada: Vox votó con la izquierda que se había ido de la Mesa de Reconstrucción para demostrar la hipocresía de la izquierda ahora encantada de sumar sus votos con Vox para poner en aprietos a San Telmo.

A todo esto en la Mesa de Reconstrucción ha sucedido algo insólito: después de que el PSOE diese la espantada, esta semana han dado plantón los presidentes de Diputación del PSOE. Un mal paso. Lo que haga el PSOE puede ser criticable o no, pero en definitiva es estrategia discrecional de partido, pero esos presidentes no representan al partido sino a la institución, no a las siglas sino a los territorios. Es verdad que el uso de las instituciones al servicio del partido no es nuevo, pero ausentarse de una Mesa de Reconstrucción tras el impacto de la pandemia catastrófica no es como ausentarse de una comisión de investigación tramposa como se hizo en víspera de las elecciones de noviembre. Tal vez a algún presidente, como el onubense Caraballo, le convenía un poco de ruido para acallar los audios que le señalan como instigador o cómplice de compra de votos. Claro que Caraballo no es nuevo en esto después del Caso Aljaraque y no parece muy nervioso por otra muesca en su curriculum.

De momento en San Telmo parecen más preocupados por Hernández que por Susana Díaz a la que despachan con más displicencia que inquietud. El presidente andaluz se lamentó con “tristeza” de una actitud “ruin” olvidando los intereses de los andaluces en quien “hasta hace poco” fue presidenta. La respuesta de Susana Díaz comparando a Moreno con Arenas parece un acto fallido: Arenas era la oposición cuando el PSOE estaba en el poder; y ahora el PSOE es la oposición con Moreno en el poder. Y Bendodo añadió vinagre a esa herida: “la señora Díaz no acepta que ya no son el Gobierno, y que los andaluces los mandaron a la oposición; y ya ha tenido unos años para acostumbrarse”. De hecho, a Susana Díaz le pesa el lastre. La polémica de Los Genoveses de inmediato ha traído la memoria demasiado fresca del Algarrobico, un monstruo irracional levantado allí como para subirse a una peana a dar lecciones. Esto debilita la posibilidad de hacer oposición con el pulso necesario. De hecho, simpatizantes de otros candidatables, como Juan Espadas, aprovechan para recordar por whastapp la necesidad de alguien que sí encarne un tiempo nuevo. En la amigable familia de cobras del socialismo andaluz hay muchos duelos pendientes.

Con todo, si Moreno quiere hacer creíble lo que llama Revolución Verde con retórica digna de Sierra Maestra, va a tener que conciliar el desarrollo urbanístico para la recuperación económica con gestos proteccionistas que de momento escasean frente a proyectos agresivos en Doñana o Maro. Es verdad que el hotelito de Los Genoveses es muy medido en comparación con el proyecto presentado en la época del PSOE, y que se ajusta a la legalidad como defiende la alcaldesa socialista de Níjar… pero una Revolución requiere gestos. Por demás, en San Telmo saben que siempre habrá mucha más crítica en estos asuntos gobernando la derecha que la izquierda. No en vano, el proyecto mucho más agresivo de la época del PSOE tuvo seis mil firmas en Change.org y el actual, sin apenas alterar el cortijo preexistente, ya va para las cien mil. Pero eso está, o debería estar, descontado.

Claro que esta semana de tantos desamores en la política andaluza tiene el frente más desgarrado en la izquierda, tras el ultimátum de Toni Valero a Teresa Rodríguez: o retira Adelante Andalucía del registro de partidos o da por rota la confluencia. Rodríguez quiere un proyecto estrictamente andalucista, arrebatando esa bandera al odiado PSOE que supo patrimonializarla inteligentemente durante décadas, aunque no será fácil identificar andalucismo y anticapitalismo. Esto hará inevitable la ruptura de aquella alianza de Podemos, IU, Primavera Andaluza e Izquierda Andalucista, mientras Más País Andalucía negocia con Andalucía por Sí una alianza municipal que daría a los errejonistas andaluces representación institucional bajo el legado del PA. Hay una larga temporada de Juego de Tronos por delante. Si hay algo que saben hacer bien las izquierdas es despedazarse entre sí con un cainismo muy depurado. Eso es también parte de tranquilidad para San Telmo, cuya mayor preocupación es templar a Vox.

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