Análisis

Antonio brea

Historiador

Equívocos en torno a un título

La autonomía andaluza fue un antídoto a las ambiciones asimétricas de las burguesías nacionalistas

Pocos ecos de la Transición tan vivos en mi memoria como los de aquel orgulloso despertar colectivo en blanco y verde, protagonizado fundamentalmente por la generación de mis padres.

Efectivamente, entre 1977 y 1981, periodo de mi infancia que apuntaba hacia la adolescencia, una mayoría de andaluces se vio arrastrada por una reacción emocional, de rechazo a una centuria de decadencia y de reivindicación de una igualdad de derechos frente a otros rincones privilegiados de España. Poderoso sentimiento que dotó de cobertura social al proceso emancipador que culminó con la aprobación del primero de los dos estatutos de autonomía que hasta la fecha han determinado nuestro destino como región.

Desde un punto de vista más amplio, esta transformación política fue un antídoto a las ambiciones asimétricas de las burguesías nacionalistas del País Vasco y Cataluña, pero también el precedente que aceleró una articulación territorial del Estado cuya lógica administrativa, económica e histórica resulta cuestionable.

De la épica de aquellos días, no fue capaz de extraer el suficiente jugo un movimiento andalucista que aportó los símbolos, para ver cómo otras fuerzas obtenían mayor partido de su usufructo. Consecuencia de una falta de solidez que acabaría sumiéndolo en la irrelevancia en los primeros años del nuevo siglo.

Probablemente, algunos de los nostálgicos que aún no han arriado sus banderas, hayan percibido un rayo de esperanza en la aparición, la pasada primavera, de un libro del veterano historiador y docente universitario, ya jubilado, Carlos Arenas Posadas. Confundidos por el engañoso título del mismo, Lo andaluz. Historia de un hecho diferencial, ya que en él no se da ninguna clave sobre la identidad propia de Andalucía, más allá de la tesis de la pretendida existencia de un modelo capitalista autóctono.

Curiosamente, esta apuesta de la editorial sevillana El Paseo forjó parejas ilusiones entre quienes desde otras trincheras intuyen en la ambigua e inocua obra de Blas Infante un peligro para la unidad nacional. Ello a raíz de unas declaraciones del autor en las que manifestaba su discrepancia con las ideas del pensador malagueño acerca de los orígenes de Andalucía. Si han llegado a hojearla, a buen seguro que se habrán llevado el chasco de no hallar rastro de refutación de los principios andalucistas.

En realidad, nos encontramos ante un ensayo, con dimensiones de manual, sobre historia de los hechos económicos y sociales de la Andalucía moderna y contemporánea en el contexto español, que desborda con creces las necesidades del lector no especializado. Una herramienta que puede servir como monografía recomendada a los alumnos universitarios de aquellos profesores que beban también de las fuentes del materialismo histórico.

En mi caso, su análisis me ha proporcionado un atractivo reto intelectual. El de discernir los contenidos objetivos, de unas reflexiones difícilmente asumibles para cualquiera que no se sitúe a la izquierda de la socialdemocracia.

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