En el caso de Diana Quer mediaron semanas donde las chimeneas para alimentar titulares tuvieron margen para chapotear y llegar muy lejos sin sentido. Para la posteridad quedan demasiadas suposiciones asquerosas. En el caso de Gabriel su rápida resolución, dentro de la amarga incertidumbre, no ha habido grandes dislates amarillos y negros aunque con esta detenida todo se andará.

La búsqueda la vivió todo el país pegado a las pantallas, en el televisor y en los móviles, compartiendo mensajes y siguiendo al dedillo los pasos de la, una vez más, impagable labor de la Guardia Civil. Casi en un involuntario reality millones de personas llegaron al atroz desenlace de la historia del pequeño almeriense. De ahí las reacciones extremas. Esta tragedia se ha vivido de manera muy intensa y esa es la tendencia futura, cuando sucesos que en otros tiempos ocupaban unas columnas en la prensa se convierten en dramas propios.

La triste actualidad del domingo demandaba televisión en directo. Información y testimonios. Telecinco acertó con enfocar el día desde el Viva la vida (nombre paradójico) de Toñi Moreno, donde los perejiles de Alfred y Amaia se vieron envueltos en un atolladero muy triste y, aun así, volvieron a salir airosos. Un domingo en directo donde Canal Sur, tras el desastre de ese 8M en negro, rectificó con una nueva tarde dedicada a los temporales y a un suceso que se nos vino encima a todos. Esta actualidad justifica una cobertura implicada de proximidad pero las públicas deberían estar acostumbradas a ofrecer contenidos en directo los fines de semana. No es de recibo que La 1 dedique los domingos a telefilmes alemanes y Canal Sur a reponer su concurso de copla de la noche anterior. La actualidad no suele ser tan intensa pero debería haber ventanas en los perezosos fines de semana para hablar, para reencontrarse con temas que en el fragor de los días se tratan por los pelos. La Sexta lo hace. La actualidad siempre es un valor para una cadena comprometida y para un espectador exigente.