Análisis

José Ignacio Rufino

Gora Euskadi a dos barajas

En la radio llaman a Pedro Sánchez "maquiavélico", pero entre el padre de la política moderna y aquel median océanosEl poliedro aglutinado por Sánchez bien puede rodearle en cuerpo, alma… y pescuezo

Un poliedro es un cuerpo geométrico de varias caras. Cuando hace unos quince años se bautizó esta columna sabatina en este diario, la intención era aludir a las distintas caras que puede ofrecer una misma realidad. Hoy, tras la expulsión de Mariano Rajoy de la Presidencia y el acceso a ella de Pedro Sánchez, el encabezamiento El Poliedro viene mejor que nunca para escribir sobre el Gabinete por venir. Propongamos un boceto poliédrico hecho de pinceladas del histórico espectáculo parlamentario de ayer. En el centro, Sánchez, al que tantos le sospechamos una obsesión por el trono de Moncloa (y su tresillo de capitoné, y el servicio de mesa por la izquierda, y hasta su pensión vitalicia). El presidente que piensa en él y en su baja espalda, desatado en sus ansias de compensar una aplastante medianía. En la radio se escucha a un tertuliano llamarlo "maquiavélico". Cabe responderle con la novela de Manuel Vicent: "No pongas tus sucias manos sobre Mozart", o sea, sobre Maquiavelo: entre el padre de la ciencia política moderna y el líder de la socialdemocracia española -lo que hay- median océanos de distancia. Alrededor de esa figura central, frágil y emboscada en la boca del lobo por mor de la oportunidad y la ambición de un hombre gris que pasaba por allí orbitan los trazos de otros políticos y sus formaciones: una constelación multiforme, biodiversa a tope y con intereses también poliédricos. 9 diputados de ERC, sustanciada en Joan Tardá, con su aire de predicador hereje, apasionado hasta lo extravagante, reinventado la historia y contándola con la voz y los ojos de la fe verdadera. Un illuminato que habló el jueves de sus hermanos "independentistas de Valencia", anexionando que es gerundio y nunca dando puntada sin hilo: todo por la patria.

Cerca del apóstol Tardá, emergen rotundamente Pablo Iglesias y sus 67 diputados: el socio preferente de esta constelación heterogénea (¿o se quedarán en perseidas?). El líder de Podemos canta con su comunicación verbal y no verbal con Pedro Sánchez una insultante sensación de superioridad, un clásico de patio de colegio: el chiquitín espabilado y seductor que le pone el dogal al grandote ganso y manso. Sus mensajes fueron claros, yo los gloso: "Tú sí que eres de izquierdas, Pedro, contigo sí que se puede tomar el cielo por asalto: de momento, ve asaltando tú la Moncloa; te lo mereces, eres un crack". Otros votos o votitos imprescindibles, los 2 de la siniestra Bildu -siniestra por izquierda radical y siniestra por su pasado-; Bildu, que suena a marca de gore-tex de alta expresión, de esa vestimenta tan abertzale, carísima, pero la hostia de abertzale; Bildu, decimos, que huele a pólvora en las uñas, también rodea al presidente. PSOE y Bildu, ¿cuál puede ser la intersección entre sus respectivos espacios de diálogo?, y preparémonos para farfolla buenrollista a mansalva. Siguiendo para bingo, encontramos a la franquicia valenciana de Podemos, Compromís: se me escapa qué pedirán éstos, aparte de lo que exija Podemos. Para cerrar la taxonomía de la nueva pandi de Pedro, están los inefables 8 del PdCat y 5 del PNV. Los de los exiliados por el mundo y los presos preventivos junto a los fresquísimos del barrio. La derecha de las regiones ricas que siempre ha jugado en España sólo a extraer.

Lo del PNV ha sido uno de los episodios más traidores de la Transición: le apuntaló a Rajoy los Presupuestos por la nadería de 580 millones extra, y vendo al propio Rajoy una semana después con la farisaica excusa de una sentencia ya perfectamente descontada. Le vendo la burra a dos en la misma feria. Gora Euskadi a dos barajas. Suerte, presidente. La va usted a necesitar.

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