Análisis

Rogelio Velasco

Guerra comercial y tipos de interés

La posición de la Reserva Federal respecto de los tipos de interés es que lleve a cabo hasta el final del año tres o cuatro subidas de tipos del 0,25% en cada ocasión.

Sin embargo, un shock potencialmente de grandes proporciones, acecha a la economía mundial y puede provocar un frenazo muy importante en la escalada prevista de tipos interés. Lo que inicialmente parecía unos roces de alcance controlado, se puede convertir en una guerra comercial a gran escala, que la Fed no puede ignorar.

El Gobierno de Trump ya ha empezado a imponer aranceles a la importación de productos chinos y amenaza con aumentar la cartera de productos sobre los que imponer nuevos aranceles.

La Fed se puede encontrar con un dilema. De un lado, la imposición de aranceles sobre un espectro tan amplio de bienes, empujaría al alza los precios. Al estar éstos ya ligeramente por encima del objetivo (2,9% es el último dato del IPC y 2,3% la inflación subyacente), lo que movería a la Fed a una subida acelerada de tipos.

Pero, por otro lado, una guerra comercial abierta con el resto del mundo reduciría el crecimiento económico, lo que juega en favor de un mantenimiento o reducción de tipos.

No sabemos aún qué posición adoptará, pero la tasa de desempleo -actualmente el 3,8%- se encuentra por debajo de la tasa de paro natural -en torno al 4%-, por lo que la posición de la Fed debería ser más bien de continuar elevando tipos, en lugar de parar la escalada. Hay otro motivo por el que la Fed debería mantener la actual política. Las expectativas de inflación de los agentes resultan fundamentales como guía de la política monetaria y se encuentra anclada en niveles de inflación en torno al 2%.

En todo caso, la gran complejidad del funcionamiento de la macroeconomía, hacen muy difícil trazar un único escenario y las posibles respuestas de los tipos de interés.

Si el escenario central es el de elevación de los precios internos en EEUU como consecuencia de los aranceles, la economía se desaceleraría al reducirse la renta disponible de las familias y la inversión empresarial, por la incertidumbre creada.

Sólo si las expectativas de inflación permanecieran bien ancladas después de estos efectos, la Fed no cambiaría fundamentalmente su política.

Pero otros escenarios centrales son posibles. Por ejemplo, los exportadores de bienes a EEUU podrían absorber la elevación de aranceles reduciendo sus precios, para que al consumidor final estadounidense le costara igual los productos importados. Es el llamado pass-through. En ese caso, el coste sería mucho mayor para los exportadores chinos que para los consumidores norteamericanos.

Las consecuencias también dependerán del uso que haga el gobierno de una mayor recaudación por aranceles. Si la usa para pagar deuda, no tendrá efectos sobre la demanda, pero si lo dedica a aumentar el gasto, impulsará el crecimiento de la economía.

Mientras tanto, el caos ya empieza a apodarse de los puertos americanos del Pacífico y de distritos industriales tan importantes como el área de Detroit, en donde la inversión china en empresas del sector del automóvil difumina la diferencia entre qué es chino y qué es americano.

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