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El tren de la bruja

ALGO debo estar haciendo mal porque no consigo convencer a mi bruja cómplice para que se haga emprendedora, ahora que tan en boga está lo que así se tiene como competencia que ha de propiciarse desde la escuela.

-¿Eso de cómplice a qué viene? Aunque tendrá que ver, ya no lo dudo, con los argumentos que te doy para que hilvanes estos artículos encabezados, sin que todavía hayamos resuelto la conformidad, con El Tren de la Bruja.

-No te quejes ni soliviantes más, que algún beneficio te dará este público anuncio de mi predilección, aunque ya veo que poco correspondido.

-Ay, Calimero, que nos conocemos. Si te gusta que te regale el oído, no será cuestión de dejarte con las ganas. Mira, este año he repuesto antes la partida de escobas porque más feriantes vienen a saludarme y me piden que no me haga bruja del AVE, como aquí insinuaste para disgusto de los más leales a la atracción de mi tren de Feria.

-Pero es que en ese tren pareces, más bien, operaria de escoba que bruja preclara. Y no me respondas con genio, que andas sulfurosa. Perdón, agitada, que quien trata con el diablo es normal que acabe oliendo a azufre. Aunque seguro que conoces las fragancias a granel que dan el pego y parecen perfumes exquisitos.

-Así no te aguanto, escribiente, y gástate cuidado porque te trastorno el entendimiento antes de que te des cuenta.

-Fuera trapos sucios, bruja mía, que estamos aireando en público los pellizcos de la intimidad y eso no es propio de gente sensata, que dirime sus litigios en buena lid.

-¿Intimidad? Anda que no estás confundido si piensas comerte una rosca.

-Además de mal pensada te estás volviendo estrecha, porque confundes el culo con las témporas, la amistad estrecha con los tratos carnales, que ya sé para quién reservas.

-Qué poco ha de valerte parecer compungido y casi angelical, si tan demoniaca me tienes. Así que ni tú lo uno ni yo lo otro. Y venga, que sé lo que estás pensando, más por conocerte que por mis artes brujescas, toma ya un guiño cariñoso.

-Así me gustas, así, y no tardaré en decirte eso que sabes: estás sobrecualificada para ejercer de bruja de escobazos en un tren bullicioso y no has de renunciar a cometidos mayores.

-¿Te parecería mejor, entonces, que ofreciera hechizos de feria para quienes acuden al real algo insulsos y anodinos, empujados por el compromiso y no poco objetores de la fiesta?

-Esa, esa es una buena idea, hechizos de Feria para feriantes sin magia.

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