Análisis

Roberto Pareja

La tuya es más larga

El pulso entre PP y PSOE por sus respectivas condenas de Gürtel y los ERE acaba con el mismo damnificado de siempre

Pedro Sánchez y Pablo Casado  durante una reunión en Moncloa el 16 de octubre de 2019.

Pedro Sánchez y Pablo Casado durante una reunión en Moncloa el 16 de octubre de 2019. / Juan Carlos Hidalgo (EFE)

Usted no sabe con quién está hablando". Frasecita legendaria y recurrente en los albores de la democracia. Había mucho franquista suelto que se creía todavía alguien importante en la vida por un servil mando en plaza. Viejas glorias como ese aguerrido militar que principiados los 80 nos sacó una pequeña navaja a servidor y a unos amigos (entonces se decía colegas, todo un contrasentido en este siglo XXI, cuando entre los colegas no hay casi amigos, más bien al contrario, que te despellejan y despellejamos a las primeras coñas y cañas de cambio) como si hubiéramos sido cómplices de los dos quinquis motorizados que calle arriba acababan de robarle a su señora una cadena del cuello. Más pintoresco fue que un vecino guardia civil presenció la escena, le pidió que dejara en paz a unos chavales que no habían hecho nada y que fue conminado por el airado a cuadrarse.

El franquismo político está redivivo con Vox. El sociológico nunca murió. Un palmario ejemplo lo puso la ex presidenta madrileña Esperanza Aguirre, quien se dio a la fuga indignada tras atropellar a un agente de Movilidad que iba a multarla por estacionar su coche en el carril bus en plena Gran Vía. Que se cuadre, coño, que ella lo vale.

Otro ejemplo, de aire más inverosímil, lo puso la líder de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, que mantuvo un agrio intercambio de tuits con el director de un diario sobre una información controvertida y al que también cuadró: "Le agradecería que no me tutee, yo no le he tuteado y a diferencia de usted soy una representante electa y por tanto una autoridad".

Las autoridades no dan tirones ni, salvo excepciones, hurtan cremas en supermercados. Pero pueden recortar la sanidad, la educación, la justicia, las ayudas a la dependencia y los derechos laborales mientras se hacen ricos. Ellos y/o sus colegas. Mientras los empobrecidos ciudadanos comunes nos topamos de cuando en cuando con telediarios anegados por la corrupción. Ayer era penoso contemplar a medio PSOE andaluz haciendo historia negra y a los de la Gürtel sacando pecho, enfrascados en la pelea sobre quién tiene la condena más larga y compacta. Pues los de siempre, con la nariz bien tapada y que al menos nos damos el gustillo de votarlos y botarles.

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