En el año 1970, el volumen de exportaciones de bienes y servicios de la economía española con relación al PIB alcanzó el 10%. Como la mayoría de las economías, la nuestra era una economía muy cerrada y la internacionalización de las empresas muy reducida.

Sin embargo, la continuada expansión exterior de las empresas, ha provocado un vuelco extraordinario (se le llama el milagro exportador español) en la internacionalización. En 2017, las exportaciones de bienes y servicios con relación al PIB superaron el 34,1%. Francia, con el 30,8%, e Italia, con el 31,2%, se encuentran por detrás en esta ratio tan importante.

Esta extraordinaria expansión exterior no hubiese sido posible sin una mejora generalizada de la formación de los empleados de las empresas. Al contrario de lo que suele aparecer en los medios, el gran salto adelante de las exportaciones no se debe en gran medida a la reducción de los costes laborales unitarios y, en consecuencia, a una mejora de la capacidad competitiva vía reducción de los costes de producción.

Investigaciones recientes señalan que esa reducción de costes explica solo una tercera parte del aumento de las exportaciones. Las dos terceras partes restantes se explican a través de la mejora en la calidad de los productos, más numerosas y mejores acciones de marketing internacional y otras relacionadas con una formación más elevada.

Dentro de la mejora en la formación de los empleados, un elemento muy importante es el conocimiento del inglés, que se ha convertido en el vehículo fundamental de comunicación en el mundo de los negocios. Una empresa que carezca de un número adecuado de empleados con un dominio profundo del inglés no podrá exportar sus bienes o servicios, o tendrá grandes dificultades.

Aunque no es, ni de lejos, la única variable relevante, la proporción de alumnos que estudian un segundo idioma en las escuelas es una variable que anticipa en el tiempo los empleados que en el futuro tendrán conocimientos de lenguas extranjeras.

En general, cuanto mayor sea el tamaño del mercado interno de un país tanto menor será su grado de apertura comercial -medido por las exportaciones con relación al PIB-. En el caso de EEUU, el mercado es tan grande que la mayoría de las empresas no se plantean salir al exterior, con lo que las exportaciones son relativamente reducidas. En consecuencia, las empresas tendrán menor necesidad de contar con empleados con conocimientos de otras lenguas.

Pero esto no sucede en los restantes países del mundo. La mayoría de países cuentan con más de un 90% de estudiantes de Primaria y Secundaria estudiando otro idioma. EEUU, sin embargo, cuenta con solo el 20%. En España representan el 96%. Pero, como hemos señalado, no es la única variable relevante. Suecia cuenta con el 92%. Sin embargo, el nivel de inglés de los empleados suecos es muy superior al de los españoles. El papel que juegan las familias y el entorno social es muy relevante para explicar el dominio de otras lenguas.

En España, el rápido crecimiento de las exportaciones ha contado con la ayuda de un nivel de conocimiento del inglés que ha ido mejorando. Pero todavía tenemos que mejorar mucho más si queremos ser un país exportador del calibre de Suecia o Alemania.

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