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La Inquisición literaria

Sólo les falta quemar libros de los fachas malditos, a los que suman a Romero Murube

La vieja polémica sobre los escritores españoles en la Guerra Civil (que también se dividieron en dos bandos) sigue abierta para IU. Aplican la Memoria Histórica con vocación inquisitorial. Sólo les falta quemar libros de Pemán, Foxá, Sánchez Mazas, Cunqueiro, Gerardo Diego, Muñoz Seca y otros fachas malditos, a los que han sumado a Romero Murube. Y así se está viendo clarísimamente por qué unos escritores españoles han sido condenados al olvido y por qué otros están sobrevalorados. No por sus méritos literarios, sino por sus ideas. No por su aportación cultural, sino por sus vínculos partidistas, especialmente con el PCE. Dentro de esa labor inquisitorial siguen obsesionados con las calles. En Sevilla no sólo se la quieren arrebatar a José María Pemán, sino también a Joaquín Romero Murube.

En la Guerra Civil hubo escritores que apoyaron a Franco, o que eran falangistas, y que después evolucionaron y hasta fueron censurados por el régimen. Uno de ellos, Camilo José Cela, fue premiado con el Nobel de Literatura en 1989, cuando Felipe González gobernaba. Cela fue el mejor prosista español del siglo XX. Los de IU todavía no han pedido que le retiren el Nobel a Cela por haber combatido como soldado franquista (resultó herido y fue hospitalizado). A pesar de que quieren rehacer la historia del Nobel.

En el comunismo también cometieron atrocidades. Tanto en la guerra como después. Porque los genocidios no dependen de la legitimidad, sino de las acciones criminales. Por ejemplo, fusilar a curas, frailes y monjas por el simple hecho de serlo. Eso también es memoria histórica. A nadie se le ocurre responsabilizar de esos crímenes a Rafael Alberti porque fuera comunista. Sería igual de injusto.

Sin embargo, a IU se le ocurrió vetar a Agustín de Foxá, autor de Madrid de Corte a checa (la mejor novela desde el lado franquista, según Francisco Umbral, que no era sospechoso), porque Foxá fue falangista. Y ahora atacan a Joaquín Romero Murube, cuya defensa del patrimonio artístico en los años del horror destructivo le valió la marginación de la derecha sevillana, con sufrimientos personales. Si hubieran leído bien a Romero Murube, no estaría incluido en la lista negra de la Inquisición de IU. Pero lo suyo no es leer, sino castigar a quienes piensan diferente. Olvidando que el PCE fue leal a Stalin, uno de los mayores genocidas del siglo XX. Olvidando que tergiversan la memoria.

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