Ir al campo... y otros campos de batalla política

Diez negritas

Diez negritas

Olona acusaba esta semana de “auténticos dictadores” al Gobierno y a la Junta. Si esto es antes del 15 de enero, con más de 150 días por delante hasta las elecciones con muchos titulares que llenar, a algunos se les puede hacer muy larga la campaña. El argumento es que “se obliga a los hosteleros a hacer de policías”, paradójicamente el mismo día que el presidente de los hosteleros andaluces decía que “hemos hecho nuestro el pasaporte covid”. Macarena Olona tiene pegada, pero un crescendo partiendo de “auténticos dictadores” es inviable. Antes o después desfallecerá por falta de sustantivos y adjetivos. Como en la ironía de Thomas de Quincey –se empieza asesinando a alguien, y se acaba por faltar a la misa del domingo– Olona sólo puede ir a menos. En todo caso, la campaña será muy larga para los demás también.La polémica sobreactuada por las palabras de Alberto Garzón –en el PSOE empiezan a preguntarse si ellos van a acabar siendo los primos del debate, con la derecha rentabilizando el mensaje rural y la izquierda a su izquierda rentabilizando el mensaje ecologista, con duras críticas al PSOE como aquí ha hecho Teresa Rodríguez– introduce un nuevo escenario en la precampaña. La imagen de Juanma Moreno con un decorado de ganado ha retrotraído a la vaca a la que preguntó en la campaña de 2018 si iba a votar al PP. Resultó que sí. De haber perdido, esa imagen le hubiese perseguido; pero se hizo con el poder asaltando el feudo histórico de sus rivales. Después su campaña fue premiada, evidenciando que las campañas son como las tácticas del fútbol: si ganas, era buena; si pierdes, no. En fin, que vuelve el ganado.

A algunos, a todo esto, les resulta al parecer normalísimo ver a un candidato delante de una frutería en el mercado pero no en una granja; y eso es visión urbanita. En la izquierda, de hecho, hay voces que alertan del riesgo de parecer unos pijos que menosprecian el campo (esta semana no han estado lejos de eso) y en la derecha tendrán que cuidar no pasarse de frenada hasta el absurdo con su galería rural, donde algunos parecen más fuera de lugar en los establos que un pulpo en un garaje. No sólo Pablo Montesinos. García Egea, por cierto, sostenía en Huelva que el de Jabugo es el mejor jamón del mundo; ya veremos qué dice del Guijuelo cuando vaya a Salamanca en la campaña castellanoleonesa.

El campo importa ahora, naturalmente como campo de batalla. El PP le disputa a Vox su conexión con el medio rural. Ciudadanos también entra y ya anunció esta semana que “va a pedir la reprobación de Garzón en el Parlamento de Andalucía en el primer pleno donde pueda introducir esta iniciativa, y aquí es donde le pedimos responsabilidad al PSOE-A y particularmente al señor Espadas”. Tendrá que esperar, eso sí, porque el Parlamento cierra en enero, una práctica que antes o después deberá cambiar porque no se entiende.

Espadas presentado otra vez

El PSOE, puesto bastante de perfil en esa polémica, sigue buscando su sitio. Ayer presentaron a Juan Espadas como candidato. Pero ¿eso no es lo que se resolvió en las primarias del año pasado? Han presentado en enero de 2022 el resultado del 13 de junio del 2021. La cosa se presta a la coña. Pero el problema es que hayan tenido que hacer una presentación de Espadas después de comprobar que la mayoría de andaluces no lo conocen. Acto en Andalucía oriental, por cierto. Y en el cartel de la convocatoria, la tipografía de Juan Espadas era tres veces mayor que la de Sánchez. ¿Se empieza a sospechar que Pedro Sánchez no es un gran activo? Algunos sondeos recientes reflejan una valoración mayor del PSOE que de su líder. También es significativo que éste se ausente de Castilla y León a cuatro fines de semanas de medirse en las urnas.

Espadas, en todo caso, tiene claro que la Sanidad es el punto en el que percutir, una y otra vez, aun a riesgo de que les recuerden la herencia y sin pandemia. Es su mejor hueso y no lo van soltar, tratando de aprovechar el malestar por la atención primaria y de generar malestar confiando en que el clima se deteriore y haya mareas blancas. El mensaje de Espadas es que el Gobierno andaluz ha estado “absolutamente de vacaciones”. No ya de vacaciones, sino “absolutamente”; sea, 100% vacaciones. E insisten en la salmodia de los 8.000 despidos, una y otra vez. Moreno le respondía esta semana “De los 20.000 profesionales contratados como refuerzo con el dinero del Estado, del Fondo Covid, incluidos los 8.000 no renovados, el 91% de ellos hoy están contratados, con nombre y apellidos”, y remataba “con los datos oficiales, uno no puede ni debe falsearlos, por muy desesperado que se encuentre”. Después Inmaculada Nieto, como Ángeles Férriz, sostenían que eran contrataciones de sustitucicón de corto recorrido. También Manuel Gavira se sumaba a la acusación del engaño. Esto será finalmente un examen de credibilidad, entre una Atención Primaria muy tensionada, con problemas notorios, y los mensajes de brocha gorda en plena sexta ola de la pandemia.

Bajos fondos

El PP, entretanto, enfoca su precampaña con la financiación y el reparto de fondos, tratando de aprovechar el malestar por la arbitrariedad partidista del Gobierno Sánchez y de generar malestar con el agravio. Ayuso ha roto el fuego. Feijoo de momento aguarda, y Moreno se suma: “Andalucía no va a permitir (...) y no descartamos utilizar las vías judiciales para la defensa de los intereses de Andalucía y los andaluces”. Casado lo vincula a la corrupción clientelar, algo que marcó el final del PSOE en el poder, y que esta semana viene a coincidir con otra condena de los ERE a un ex consejero.

El mensaje del agravio funciona en Andalucía; entre otras cosas porque el PSOE ha utilizado históricamente el agravio de la financiación, aunque ahora, por ironías, a María Jesús Montero le toque pasar de agraviada a agraviadora. Pedro Fernández, delegado del Gobierno, decía esta semana que “Andalucía es la comunidad que más fondos europeos ha recibido hasta la fecha con el 17,5% del total. Por eso, no es de recibo que la Junta de Andalucía se queje”. Claro que eso es hacerse trampas al solitario: si es la que más recibe, es porque es la de mayor población; pero ese 17,5% que él mismo menciona, ya está por debajo de lo que corresponde a Andalucía por población.

Elías Bendodo: “El gobierno de España otorgó a dedo 110 millones de ayudas europeas contra la pobreza y dejó fuera a los barrios más pobres de Andalucía. Andalucía ha recibido 29,8 millones de euros destinados a ayudas europeas de I+D+I universidades, sin embargo Cataluña recibió 82 millones, ¿por qué?”. Juan Marín enfatiza que en fondos turísticos se ha dado a Andalucía apenas el 6% de los 3.400 millones. Es la campaña de PP y Ciudadanos; y también será un examen de credibilidad, entre las evidencias de arbitrariedad y los mensajes a cañonazos.

Churras y merinas

Ahora que los candidatos van al campo, tal vez aprendan a distinguir churras y merinas. Pero el caso es que hay muchas churras y merinas en el debate. Esta semana Nadia Calviño le ha dicho a Ayuso: “Me sorprende que se reclame más fondos del Estado por parte de una comunidad autónoma que solamente tiene una política económica: reducir impuestos”. Es lo mismo que le ha dicho María Jesús Montero al Gobierno andaluz. Y es un argumento tramposo. Una comunidad tiene derecho a reclamar la financiación justa que le corresponde (¿no lo recuerda, señora Montero?) y con eso hacer la política fiscal que considere más eficiente; algo que, por cierto, de momento parece dar la razón a este Gobierno andaluz. Pero seguramente a Calviño o Montero tampoco les importa mucho la verdad o la claridad; sólo el brochazo oportunista al que parecen conducir todos los debates.

Doñana también

Esta semana, ante la propuesta de Vox de regularizar los riegos de la actividad agrícola consolidada en el entorno de Doñana, ha habido intervenciones contundentes de Unidas Podemos y Adelante, apelando a Doñana como “una reserva espiritual e identitaria de esta tierra”. Desde luego, el asunto merece un debate serio. Pero, claro, ¿por qué esto iba a ser una excepción?

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