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Análisis

Francisco José Ortega

Monchi, seis letras de oro

Monchi posa con los nueve títulos y los dos trofeos de mejor equipo del mundo.

Monchi posa con los nueve títulos y los dos trofeos de mejor equipo del mundo. / Juan Carlos Vázquez

MONCHI no es un nombre, tampoco un apellido, pero esa palabra de seis letras quedará ya escrita con tinta indeleble en la mejor historia del Sevilla Fútbol Club. Ramón Rodríguez Verdejo llegó a la entidad nervionense muy jovencito, siendo casi un crío, y se va como una auténtica deidad, deportiva claro está, con toda la razón del mundo. Después de un paso intrascendente como futbolista, en el que brilló muchísimo más como persona que como guardameta, aceptó mutarse en delegado para prorratear el salario del contrato que le restaba, pero ni siquiera podría imaginar entonces lo que le quedaba por aportarle al equipo del que se hizo el más fundamentalista de los aficionados por la vía de la conversión tardía. 17 años después, se va con cinco títulos de la Liga Europa, dos Copa del Rey, una Supercopa de España y otra de Europa.

Hasta ahí los datos objetivos, los elementos que se pueden cuantificar, pero Monchi ha sido muchísimo más durante todos estos años. El director deportivo posibilitó con sus aciertos en los fichajes, y también en las ventas, que la entidad fuera creciendo exponencialmente, mucho más de lo que estaba en las previsiones del más optimista de los sevillistas. Y mucha parte de la culpa de todo eso, no toda por supuesto, pertenece a ese jovencito que llegara desde San Fernando.

Por todo ello, al sevillista de bien no le queda más que el más profundo y sincero agradecimiento hacia la persona de Monchi, hacia el hombre que posibilitara, en gran medida junto a muchos otros, que la entidad de Nervión despegara hasta conseguir dos años consecutivos el galardón honorífico de mejor club del mundo e incluso a que disputara en cuatro ocasiones la Liga de Campeones, además de provocar un éxtasis casi continuado entre los suyos.

Monchi se merece todo lo bueno desde el análisis sosegado de un sevillista, pero está claro que el duelo tendrá que pasar conforme vayan transcurriendo los días, las semanas, los meses, y la entidad no dejará de funcionar. Más vaivenes que se han producido durante estos 17 años, desde la muerte de un futbolista muy significativo hasta el encarcelamiento de un presidente pasando por un sinfín de circunstancias más, no le habrán ocurrido. Esto es así, la vida sigue y sigue, deja atrás a todos, incluso a Monchi, esas seis letras escritas con tinta indeleble en la historia del club radicado en Nervión. A partir de ahí, la cuestión es acertar en su sustituto, o sustitutos, para seguir por el mismo carril de los éxitos. Sin duda, Monchi será el primero en alegrarse de ello.

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