Análisis

Soledad Cabezón

Eurodiputada del PSOE

Mujeres y ciencia

Las cuotas son eficaces al existir "masa crítica" para ocupar todos los ámbitos de decisión

Quién es Einstein? ¿Edison? o ¿Graham Bell? Muchas personas contestarían con acierto si hacemos estas preguntas, pero no podemos decir lo mismo si preguntamos por Rosalind Franklin, que permitió comprender la estructura del ADN; por el papel de Lise Meitner en el descubrimiento de la fisión nuclear o por la recién fallecida Gabriella Morreale, que descubrió el hipotiroidismo congénito por falta de yodo en el agua y puso en marcha la prueba del talón, que tantas muertes y enfermedades ha evitado en el mundo.

La invisibilidad de las mujeres, que históricamente han quedado relegadas a un segundo plano, es aún mayor si hablamos de ciencia, donde se ha hecho creer que las carreras científicas no eran para ellas. Esto ha generado un gap que arrastramos hasta nuestros días, sobre todo si analizamos ingenierías o carreras tecnológicas. Todo ello, a pesar de que se ha demostrado que no existe diferencia en las capacidades de unos y otras por razón de género a la hora de estudiar y ejercer estas profesiones.

Ahora que estamos empezando a trabajar en el próximo programa marco de investigación de la UE (FP), es imprescindible analizar a fondo la participación de las mujeres en la ciencia e introducir medidas que derriben las barreras que impiden una participación mayor de las mujeres en la investigación.

En España, en 2016, de las 205.873 personas empleadas en el sector I+D sólo 83.113 eran mujeres, y de las 126.633 personas investigadoras, solo 49.541 eran mujeres. Unas cifras que quedan muy lejos del 50%.

Si analizamos cómo ha evolucionado la participación en los diferentes programas de investigación europeos, observamos un cierto crecimiento, pero lejos aún del objetivo del 40% que se estableció para el actual programa.

En el 6° Programa Marco de UE, que finalizó en 2006, la participación de mujeres en proyectos de investigación fue del 26%, bajando a un 16% -17% cuando se trataba de coordinarlos. En el siguiente Programa Marco (2007-2013) alcanzamos una participación femenina del 38%. Pero este incremento no se debió a causas naturales, sino a una voluntad decidida de reducir esta brecha introduciendo planes de igualdad en universidades y organismos de investigación. Aunque el porcentaje de mujeres coordinadoras de proyectos sólo ascendió hasta el 19,2%.

El actual Plan Marco de la UE (Horizonte 2020) recoge la necesidad de incrementar la participación de las mujeres y marca el objetivo del 40% para determinados hitos, pero no lo cumple en ninguno de ellos: participa un 35,8% de mujeres, coordinan un proyecto el 34,4% y las evaluadoras ascienden al 37%. Sólo encontramos una excepción, aunque bastante discreta: en los grupos consultivos las mujeres son el 51,9%, superando ligeramente el objetivo establecido del 50%. Porcentajes que contrastan con el hecho de que el 47,3% de las doctoras en la UE son mujeres. Es cuando finalizan los estudios de doctorado cuando se hace más profunda la brecha de género y la presencia de mujeres es inversamente proporcional a la escala de responsabilidades.

Pero más allá de analizar la evolución a través de las cifras, no podemos dejar de reparar también en la falta de rigor a la hora de aplicar la perspectiva de género en los proyectos, lo que impide realizar una desagregación de los datos de forma adecuada y, aún menos, valorar el impacto de género.

Para lograr la igualdad de género en la ciencia, para alcanzar ese 50% de participación y de presentación en los ámbitos de mayor responsabilidad y liderazgo de proyectos, se precisan medidas específicas que vayan más allá de las recomendaciones. Junto a las medidas que de forma general deben ponerse en marcha en todos los ámbitos, como las relativas a facilitar la conciliación y corresponsabilidad para no penalizar a las mujeres ni abocarlas a los contratos a tiempo parcial o excedencias, también se precisan planes nacionales de igualdad en el ámbito de la Ciencia que promuevan su incorporación y ascenso.

Una de estas medidas, que han mostrado su eficacia, son las cuotas; de muy fácil aplicación porque existe "masa crítica" para ocupar todos los ámbitos de decisión. Otra de las medidas imprescindibles es la exigencia de incorporar la perspectiva de género de forma transversal en todos los proyectos, así como la desagregación de los datos y evaluación del impacto de género. A estas también podemos sumar otras como la acción positiva hacia los proyectos liderados por mujeres en caso de empate en la evaluación… Todas ellas deberían aplicarse en el próximo Programa Marco, y con este objetivo las he reivindicado en la revisión intermedia del Horizonte2020.

La igualdad entre mujeres y hombres es esencial para construir sociedades justas y prósperas, pero si hablamos de la Ciencia, es fundamental incorporar de pleno el talento de la otra mitad de la población si queremos construir sociedades más competitivas.

Hoy tenemos la oportunidad de dar un paso muy importante en esa dirección. El nuevo programa de investigación de la UE, el mayor con financiación pública en el mundo, debe fijarse la igualdad de género como una prioridad y liderar este cambio sociocultural para la Unión Europea. Está en nuestras manos.

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