Análisis

Gumersindo Ruiz

Nacimiento de Jesús, censos, ciudades

Por aquel entonces se publicó un edicto de César Augusto ordenando empadronarse a cada uno en su ciudad. José subió desde Galilea a Belén con María, y mientras estaba allí se le cumplieron los días de alumbramiento y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el albergue". (Lucas 2:1-7). Ese año había en el mundo 250 millones de personas, hoy somos 8.000 millones, y sólo en 2100 al llegar a 10.400 millones, descenderá la población, cuyo crecimiento se concentra en ocho países, con aglomeraciones en ciudades donde la capacidad de atracción no es algo positivo sino un problema. La emigración engaña, pues sólo el 4% de la población mundial vive en un país distinto al que nació, y poco más del 1% de los refugiados está bien acoplado (ver Jennifer Sciubba: How Sex, Death and Migration Shape our World, W.W. Norton, 2022).

Según el censo en España hay 47,6 millones de habitantes, de los que 5,6 millones son extranjeros; a junio los inmigrantes aumentan en 258.000 compensando la pérdida de 75.000 personas, pues mueren más que nacen. Preocupa la caída en ciudades pequeñas, y se ve positivo que una ciudad gane población; hay un contraste entre Málaga, la ciudad donde vivo, con 577.000 habitantes, que aunque poco, ha aumentado un 1,6% en 12 años, y Zamora que he visitado recientemente, con 60.000 y una pérdida continua. Zamora es ciudad patrimonio de la humanidad, con una riqueza artística y paisajística impresionante, y está a una hora en tren de Madrid, pero en la decisión de vivir allí pesa el ser una zona deprimida de frontera, y quizás una climatología algo dura, pues el clima es sin duda -junto con comunicaciones excepcionales- lo que atrae de Málaga. El paro, sin embargo, es muy superior en Málaga, que no baja del 19%, disminuye la esperanza de vida, y la renta bruta media (similar a la de Zamora) empeora pasando de ser el municipio 520 al 551 en diez años; los que vienen a vivir a Málaga no añaden por ahora calidad de vida a la mayoría de los habitantes locales, al contrario, la presión inmobiliaria es insoportable y el 50% intermedio de la vivienda está ya entre 160.000 y 335.000 euros. Zamora tiene un problema porque es pequeña y en un entorno que pierde población, pero en una ciudad media crecer no es deseable si una parte de inmigrantes y locales no tienen trabajos bien remunerados, y otra parte de foráneos sesgan al alza la vivienda.

En la íntima librería Semuret de Zamora compro el librito de Tomás Sánchez Santiago: La belleza de lo pequeño (Eolas, 2022), donde a propósito de una conferencia que dio allí Lorca, dice de él que "entra en la intimidad de lo pequeño como una de las sedes de la belleza que surge, precisamente, del resplandor de la inadvertencia". Luego descubro, grabado en un cristal, unos hermosos versos del zamorano Claudio Rodríguez, sobre el que el maestro García Berrio escribió un libro -eran otros años- editado por el Ayuntamiento de Málaga. Dice el poeta: "Todos llevamos una ciudad dentro,/ciudad que nos alienta y nos acusa,/ la ciudad del alma", y nos deja con esa contradicción entre el espíritu y la materialidad de nuestras ciudades, lo que decimos sentir, y lo que somos capaces de hacer con ellas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios