Pase que los diputados de Vox y Ciudadanos acudieran al Congreso cuando aún no se habían colocado las aceras para sentarse en la bancada más representativa durante la sesión de constitución del Congreso, un gesto sin relevancia porque los puestos definitivos se asignarían posteriormente. Pase que entre todos hayan votado una Mesa del Congreso que es la que peor de su historia porque no refleja los porcentajes logrados por los partidos. Pase el debate sobre el famoso cordón sanitario que PSOE y Ciudadanos quisieron imponer para que Vox no tuviera representación en la Mesa. Lo que no tiene pase es el penoso espectáculo, de patio de colegio, que han dado los llamados "padres de la patria" en la sesión constitutiva del Congreso.

Han actuado todos tan mal que han salido perdiendo. El centroderecha porque pudiendo haber tenido cuatro puestos en la Mesa frente a los cinco de la izquierda, se han quedado con tres. Ciudadanos no estará porque ha jugado pésimamente sus cartas, pero también la imagen del PSOE ha quedado deteriorada porque después de tanto insistir en el boicot a Vox ha acabado por dar paso a que tuviera una vicepresidencia en la Mesa. El PSOE, en el último segundo, se percató que podía perder la vicepresidencia primera del Congreso y Ana Pastor actuaría como presidenta de la Cámara ante una posible ausencia de Maritxell Batet, así que dio prioridad a conseguir esa vicepresidencia primero y Vox, al votar a su propio candidato mientras se dividía el voto de los otros partidos, consiguió convertir en vicepresidente al veterano Gil Lázaro, ex PP.

Un cambalache que da muchas pistas sobre lo que nos espera: idas y venidas, acuerdos y desacuerdos, el oportunismo como principal estrategia política y, sobre todo, que en este nuevo Parlamento la palabra de sus líderes no vale nada. Pueden cambiarla a conveniencia ¿Cómo era aquello que decía Groucho Marx y que se ha repetido mucho desde el mes de abril?: "Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros".

El único gesto inteligente de las últimas semanas lo ha protagonizado Inés Arrimadas con la carta que escribió a Sánchez proponiéndole una reunión con Pablo Casado para alcanzar un pacto de legislatura: el apoyo a la investidura y de leyes relevantes a cambio de trazar líneas rojas, replantearse la coalición con Podemos y, en cualquier caso, no negociar nada con los independentistas. De momento, Moncloa ha respondido sí al encuentro Sánchez-Arrimadas, pero no sumando a Casado a la reunión, que se vería con Sánchez en otro momento.

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