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10:30. Once horas antes, la pasada noche, nos jalean a Anita Ramos y a mí desde los balcones de la calle Orfila. No somos sanitarios, tampoco cajeros de súper, ¿será porque se ve a leguas que venimos de hacer periódicos? No. Es la guasa de la Feria. Reclaman que bailemos unas sevillanas. "La chavala es malagueña". Fin de la historia. Esta mañana bajo a por la prensa. Dos policías locales custodian la plaza de la Alameda a la altura del quiosco. "Ahora mismo hay más perros que niños", afirma uno por radio. Echo un vistazo y lleva razón. Yo tengo mis cositas ‘peterpanescas’, aunque el agente no se percate. ¿No habrá chavalería en esta zona? ¿Serán poco madrugadores a pesar de que este día era más deseado que la mañana del 6 de enero? ¿Acaso los padres son unos perros y se les han pegado las sábanas? Hoy no me he encontrado a Benve, amiga del barrio que invierte tres euritos cada fin de semana para leernos. Tampoco he visto a Paco Correal, asiduo al negocio de su tocayo para llevarse su ejemplar.

18:08. Foteros. Esa genuina estirpe tantas veces vilipendiada por los redactores tiene hoy un hueco aquí. Por aquí pasó el maestro Ruesga Bono antes de colgar la cámara y dedicarse a ir de San Julián a Matalascañas, cuando los nietos lo dejan. Tomó el relevo Antonio Pizarro. Lo han galardonado recientemente con el tercer premio en la categoría de Naturaleza del prestigioso World Press Photo. Le hemos dado de lo lindo por la imagen de los dos linces que le valió la distinción: "Los animales son gatos pintados", "Están contratados por ti porque vas mucho a Doñana", "Es un burdo montaje"... En fin, las gracias de los periodistas. El tío se ha quedado sin ir a Amsterdam con la familia por la pandemia. Pero esto venía al caso por Juan Carlos Vázquez, que aparece mucho en las conversaciones de redacción por su especial sensibilidad. Donde pone el ojo, pone el tiro de cámara. Cuenta con la habilidad de fotografiar a señoras o jóvenes hermosas, ya sea al lado la Giralda o de un camión de Lipasam. Este fin de semana ha dejado instantáneas con su sello personal, mujeres con mascarilla, con carros de niños, agarradas a las manos de sus churumbeles, comprando chucherías, empujando la bici del nene... Ha sacado hasta a Victoria, su santa, y a Álvaro, su crío. Propongo que el Carli se lleve el próximo año algún premio en cualquier categoría del World Press Photo. Pizarro y sus linces nos tienen fritos.

21:27. Llamada perdida de Braulio Ortiz. Lo he visto diez minutos tarde. Ha reforzado el fin de semana el equipo pandémico y lo ha bordado. Me ponen a mí a escribir de poesía, teatro, literatura de alta escuela (y de baja), de cine, de pintura, de arquitectura... y acabó en el INEM, hoy SEPE (¿por qué vamos de mal en peor con los malditos nombres del paro?). Su versatilidad cultural le permite afrontar cualquier tema con sabiduría. Mañana vuelve Paco Camero, su colega de mesa y de temática, que amenaza con su presencia en la calle Rioja porque "quillo, no puedo más, de verdad, necesito salir para algo más que para esperar la cola de un súper, tú sabes, vaya pesadilla...". Él se enroca y habla así. Aquí te espero, no marees más, le digo. Preveo que se queda en casa. "Tú sabes, al final entre una cosa y otra estaba escuchando a...". Da igual, no conoceré el grupo. En realidad debería venir Ray Prados (Maquetación): primero, por verlo; segundo, porque tras tanto tiempo encerrado debe arrastrar tal nerviosera que lo mismo se nos queda sin pelo definitivamente. Y encima se ha quedado sin Feria, pobre criatura, si él apenas la pisaba. To be continued...

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