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Planificar la sanidad pública

Los desafíos que se plantean no son exclusivos del sistema español

Los tiempos actuales son tiempos que muestran cambios relevantes en el contexto social y sanitario y vaticinan cambios aún más relevantes en el futuro inmediato. Por eso es necesario abordar reformas en la sanidad pública que permitan afrontar con solvencia los retos y desafíos que estos cambios significan para el sistema sanitario.

Hay que señalar que estos desafíos no son exclusivos del sistema sanitario español sino que afectan de manera generalizada a los sistemas sanitarios de los países desarrollados y por ello, es muy probable que las respuestas sean parecidas en unos países y otros.

Hace ya tiempo que el envejecimiento poblacional y la cronicidad de muchas enfermedades se han detectado como las variables fundamentales que apuntan a la necesidad de cambios en la organización sanitaria. Y de hecho, como consecuencia de ello hay en marcha planes de atención a la cronicidad que se aplican con mayor o menor acierto.

De ahí que se estén haciendo planteamientos de modificación en la forma de atender a los pacientes crónicos potenciando entre otras líneas de actuación la atención domiciliaria, la coordinación con los servicios sociales o la ampliación de los roles y competencias profesionales de la enfermería. Pero hay cambios más relevantes en el horizonte que están relacionados con el desarrollo de la medicina genómica y de precisión que empieza ya a aportar nuevas formas de abordar la enfermedad tanto desde el ámbito de la prevención como desde el ámbito del diagnóstico, el tratamiento o la rehabilitación.

Las consecuencias no van a ser exclusivamente las eventuales mejoras en la salud de la población (que ya son consecuencias relevantes), sino que van a ser consecuencias relativas a la manera de trabajar por parte de los equipos sanitarios y de los propios centros sanitarios. Ello afectará al ejercicio profesional de las distintas profesiones sanitarias y a la manera de relacionarse entre si en el interior del sistema. Afectará por tanto a los roles profesionales.

De igual forma, el coste de las innovaciones o la gestión de la información sobre cada paciente que, en muchos casos, va a ser información aún más sensible que la que actualmente se gestiona, obligará a redoblar las garantías de confidencialidad hacia cada persona y hacia la sociedad.

Se dan por tanto las condiciones necesarias para reclamar una planificación estratégica en el sistema sanitario español que viene a ser más necesaria por la actual y llamativa ausencia de la misma. Llama la atención la ausencia de planificación estratégica en un sistema tan importante para la sociedad como es el disertan sanitario. Y es imprescindible abordar un proceso de planificación estratégica porque se adivina con claridad la enorme influencia que van a tener las variables externas citadas y hay que evitar que perjudiquen y pongan en riesgo la sostenibilidad, la calidad y la equidad del sistema sanitario.

Trabajar en esta línea ayudará también a que la propia sociedad tome conciencia de los desafíos y se incorpore a la necesaria movilización de recursos y energía que tendremos que desarrollar en el futuro inmediato para hacer posible una sanidad pública de éxito. Algo imprescindible para el bienestar y la cohesión social.

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