Antonio Muñoz, Yolanda Díaz, Alberto Garzón, María Jesús Montero, Carmen Castilla y Juan Espadas, en la caseta de UGT en la Feria de Abril.

Antonio Muñoz, Yolanda Díaz, Alberto Garzón, María Jesús Montero, Carmen Castilla y Juan Espadas, en la caseta de UGT en la Feria de Abril. / Raúl Caro / efe

Lo de Podemos con sus socios potenciales ha sido un caso excepcional de Chicken Game. El Juego del Gallina, trasladado como metáfora a la teoría de la negociación, consiste en conducir dos vehículos uno contra el otro, de modo que pierde el primero que desvía la dirección para evitar el choque frontal. También existe otra variante inspirada en la película Rebelde sin causa: conducir en paralelo dos coches hacia un barranco o un muro y pierde el primero que frena. Hay riesgos, claro, incluso la posibilidad de un accidente como en la película de James Dean. Podemos aguantó el pulso para liderar la principal confluencia de izquierdas pero claudicó cerca del límite.

En la teoría de la negociación, el Chicken Game consiste en que cada parte retrasa hacer concesiones hasta el límite del tiempo. Naturalmente es una estrategia con riesgos: si ninguna parte cede, se producirá la colisión. El quid es usar la presión psicológica obligando al otro negociador a ceder para evitar el fracaso. Podemos usó el órdago, pero perdió: era demasiado obvio el farol. La otra parte no haría concesiones, porque Podemos es una marca a la baja y sin estructura solvente en Andalucía, a diferencia de IU. La confluencia sabía que Podemos frenaba ahí o caía al vacío. Efectivamente Podemos claudicó. Ya se verá si apurando tanto que el registro fuera de tiempo resulta irreparable, en lo que ya sería un ridículo fatal.

Belarra, o sea, Pablo Iglesias, se resiste a que Podemos se disuelva en el Frente Amplio, ampliamente light, liderado por Yolanda Díaz. Es verdad que ésta ha mostrado una actitud timorata y especialmente en Andalucía (al final sí vino a ungir una candidata, aunque no es precisamente un gesto muy corajudo bendecir a ésta por el método de pasear abrazada a ella por la Feria de Abril)... pero, a pesar de todo, Yolanda llegó, apostó y ganó. Podemos ha perdido contra algo que ni siquiera existe, contra una posibilidad, eso que Sánchez llama El Espacio de Yolanda Díaz. Esto da la medida del fracaso de Podemos, dejando una imagen catastrófica mientras porfiaba por sacar un último pico en el reparto de sillones y de dinero.

El espacio de la extrema izquierda, cada vez más mencionado eufemísticamente como la izquierda de la izquierda para evitar el paralelismo con Vox como fuerzas radicales, sale dañado y todavía atomizado. Teresa Rodríguez al menos ha mantenido la coherencia; pero Podemos se ha disuelto como un azucarillo. De este descalzaperros, eso sí, sale lo único que podían presentar con opciones: una confluencia amplia sobre la única estructura armada que hay en Andalucía, que es IU, y una candidata decente, como Inma Nieto, con un considerable respeto mediático.

¿ADELANTE EN EL DEBATE?

Teresa Rodríguez se apresuró a felicitar a la candidata del cuarto cartel de la izquierda y ofrecerle un pacto de respeto y no agresión. Para añadir: "retirar la denuncia para que podamos participar en el debate de TVE al que nos han invitado sería un buen comienzo". Bien tirado. Por Andalucía se equivoca apartando a Adelante Andalucía para proyectar que en ese espacio sólo están ellos.

JUANMA ENTRE FUEGO CRUZADO

Un Juanma Moreno de tono beatífico exhibió, bajo el sol de la Feria, su convicción en lograr "una mayoría constructiva, una mayoría serena", y añadió "cada vez estoy más convencido de que la mayoría de los andaluces no quiere polarización". Cuando le preguntaron si saludaría a Macarena Olona, ese día por allí como también Yolanda Díaz, respondió siempre beatíficamente: "yo respeto mucho a los representantes políticos... máximo respeto". Su paseo del jueves por la Feria ya le anticipó lo que habrá. Después de saludar a Yolanda Díaz en la caseta a UGT, Vox reaccionó diciendo "Qué cómodo se le ve a Juanma Moreno posando con los comunistas... Esto es el PP: amigo de los enemigos del pueblo". Después saludó a Olona, y desde el PSOE también aprovecharon para lanzar mensajes en línea con la bobada de Bolaños una semana antes, y el presidente del Consejo de la Juventud de Andalucía, Dani Valdivia, procedente de las Juventudes Socialistas, lo resumía en un "Juanma de la manita de la ultraderecha. El dúo Moreno Bonilla-Olona comienza su campaña".

Al tener un partido fuerte a su derecha y otro a su izquierda, es inevitable que el presidente andaluz se vea entre el fuego cruzado –como en la carga de la brigada ligera cantada por Tennyson: "cañones a su derecha, cañones a su izquierda"–  y con seguridad a Moreno le beneficiará, para la imagen de moderación por la que apostaba allí, verse entre la artillería de unos y otros, sobre todo si usan munición demagógica.

Macarena Olona no llegó a la Feria de Sevilla a caballo montando a la amazona. Para algunos fue una sorpresa, para otros incluso una decepción. Ahí le ganó la mano Victoria Federica. Claro que ya había proporcionado la estampa andaluza clásica al retratarse ante la Maestranza con Morante vestido a la antigua usanza. Olona debería tener cuidado en su entendimiento de Andalucía, porque le falta notoriamente swing andaluz. No basta con ponerse traje de flamenca o, parafraseando a Machado, presumir de que hay en tus venas gotas de sangre granadina. Olona es una mujer inteligente, pero entender Andalucía no es fácil y menos a vuelapluma. De hecho, si algo que cae mal aquí es creer que el tópico sirve de salvoconducto. Equivocarse con Andalucía no es difícil; y su equipo haría bien en orientarla –para eso hace falta un equipo con un gran conocimiento de la comunidad– en lugar de andar enredando con un victimismo que no encaja en su perfil.

PSOE, ERRORES NO SÓLO DEL PASADO

La vista de los ERE en el Tribunal Supremo para los recursos de casación, aunque la sentencia tardará meses y en ningún caso irrumpiría en la campaña, ha llegado en mal momento al reverdecer, en precampaña, la memoria de un escándalo del que se usan los conceptos y las cifras de manera imprecisa con brocha gorda, pero cuya sintonía afinada es también muy incómoda. En definitiva los ERE, como Faffe, son rótulos que le pesan como un lastre al PSOE andaluz. Pero más allá de los errores del pasado, el candidato debería evitar errores tácticos: más que en la Feria de Sevilla, puesto que aún arrastra el cartel de alcalde, debe hacerse ver en cualquier otro lugar de Andalucía, desde las cruces de Granada a los patios de Córdoba, (donde después iría), y suma y sigue, y además no yendo detrás de María Jesús Montero en segundo plano como si él necesitara de ministros para atraer los micrófonos. Si además hace suyo el discurso del Gobierno central –ya se sabe cómo va esto, por supuesto en ambas direcciones: si el dato andaluz es malo, culpa de San Telmo; si bueno, mérito de Moncloa– la cosa empeora. Juan Espadas tiene un gran talante, y es un candidato solvente, pero incluso en su entorno se preguntan por qué ha arrancado la campaña sin que parezca que es así.

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