El momento de más popularidad, involuntaria, de Victoria Prego se produjo allá por 1988 cuando Javier Gurruchaga la imitó en su entrevista al mini-Felipe González que interpretó Hervé Villechaize. La parodia de Viaje con nosotros, con los guionistas de Lo que yo te diga, se burlaba de la predisposición complaciente de la flamante premio Nacional de TV, como una entrevistadora amable hasta lo servil, cuando las pugnas más venenosas estaban dentro del PSOE más triunfante. Hiciera lo que hiciera sabía que iba a estar contra las cuerdas.

El tufo progubernamental en esos años de monopolio era palpable pero con la democracia aún crujiente y con Europa aireando, en TVE existía una inquietud por la renovación, la modernización y la apertura que compensaba la típica tendencia a controlar la comunicación del medio público. Ese control se perpetuó y entre tanta oferta dispar en la actualidad queda más patético que TVE siga mirando de reojo hacia la Moncloa (ídem con Canal Sur hacia San Telmo).

Victoria Prego fue durante su trayectoria en TVE una de las profesionales más respetadas de la casa, con opiniones propias. Es una periodista de una pieza como demostró cuando fue descubierta por el público, con el informativo Al cierre con el que junto a Joaquín Arozamena despedían el día (ojo, millennials, a las 23.30). Repasaban la actualidad con actitud didáctica y cercana, insólita para esa TVE ucedista. El informativo nocturno tomaba la esencia del Redacción de noche de Miguel Ángel Gozalo de la Segunda Cadena. Prego y Arozamena contaban sin corsés y fueron una sorpresa en 1981. La periodista además, con su pelo corto, distaba de los bustos parlantes maquilladísimos. Abrió una puerta grande para las periodistas en la televisión en España. Con ese carácter didáctico levantó la serie La Transición, patrón para otras crónicas posteriores de lo titánico e higiénico que tuvo el esfuerzo para alcanzar el bienestar que disfrutamos y que alguno se empeña en reescribir con ingratitud.