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Análisis

Carmen pérez

Propuestas radicales para transformar la economía

En el artículo Three radical ideas to transform the post-crisis economy, en el Financial Times, su autor, Martin Sandbu, se queja de que las crisis políticas y económicas del pasado dieron lugar a reformas radicales y que, sin embargo, esta vez ha sido diferente. Su crítica se dirige a los políticos actuales, a los que acusa de no haber realizado el esfuerzo necesario para estar a la altura del desafío. Lo interesante del artículo es que Sandbu no se queda sólo en un repaso histórico, sino que lanza algunas ideas transformadoras que él añadiría a la lista. Son propuestas sorprendentes por ser él un liberal y por la ideología del periódico en el que escribe.

La primera consistiría en quitarle el control del dinero a la banca, que expande demasiado el crédito en épocas de bonanzas y lo retrae durante las crisis. Y como esto es una receta segura para la inestabilidad financiera, la alternativa radical es nacionalizar la oferta monetaria, abriendo cuentas en los bancos centrales a empresas y personas. El papel de los bancos se limitaría a asignar los ahorros a las inversiones, en lugar de crear nuevos créditos.

La segunda reforma que introduciría sería avanzar en el Estado de bienestar, añadiendo otra red de seguridad económica a las que en el pasado se han ido tejiendo. Así, Sandbu apuesta por la aprobación de una renta universal básica, que estaría financiada por mayores impuestos.

Finalmente, plantea también revisar las políticas antimonopolio, regulando los servicios de internet con funciones económicas similares a las de los servicios públicos para que se comporten en aras del interés público, al igual que se combatió en su día el dominio de las grandes compañías industriales, petroleras o ferroviarias.

Son tres medidas que ayudarían a acrecentar el papel del Estado, y que vendrían a sumarse a otras muchas similares que se han ido tomando a lo largo de la Historia, como la implantación del impuesto sobre la renta o la creación de los bancos centrales a finales del siglo XIX. O las tomadas por Franklin D. Roosevelt, como el seguro de depósitos bancarios o la introducción de un salario mínimo. O el consenso de todos los países occidentales tras la segunda guerra mundial sobre la creación de economías socialdemócratas mixtas. También las actuales medidas de política monetaria han significado una intervención pública de una intensidad sin precedentes y que, aunque no nacieron con vocación de permanencia, es posible que se queden para siempre.

El interrogante es hacia dónde nos conducirá esta tendencia histórica y continuada, aunque no lineal, que va otorgando un creciente protagonismo del Estado en la economía y en las finanzas. Porque, además, es una tendencia que puede verse potenciada enormemente por las condiciones tecnológicas presentes. Sólo hay que pensar en las posibilidades de la tecnología blockchain. O en las técnicas de inteligencia artificial aplicadas a ingentes cantidades de información, o big data. Son el caldo de cultivo propicio para que nuestras economías evolucionen en el futuro hacia economías, como defienden los economistas chinos, basadas en planes a la vez que basadas en el mercado.

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