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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Análisis

Juan Antonio solís

Quique estuvo soberbio

Si el Betis acusa el saturado calendario en la Liga, Setién no lo disimula ante la prensa

En la desgracia es cuando es digno y revelador mantener la compostura. Ahí es donde te retratas. El futbolista, entrenador o presidente que se traga la hiel de la derrota, felicita al ganador y antepone la autocrítica a las excusas desbroza ya el camino para vencer el siguiente partido.

Y ni siquiera en ese tercer tiempo en la sala de prensa de Butarque, después del sainete verdiblanco durante los dos primeros, Quique Setién fue digno del escudo que portaba en el pecho. Con las pulsaciones más atemperadas, ya sentado en una modesta sala de prensa, el preparador, en lugar de protagonizar un seco acto de contrición, le dio un crochet de propina al bético que trataba de digerir el disgusto antes de almorzar.

"El Lega ha hecho lo que hace siempre. Unas veces les sale y otras no, por eso están ahí abajo", espetó para incredulidad de todos. Lo diría por la superioridad moral de estar tres puntos, tres, por encima de los pepineros, que si no le hicieron media docena a los suyos fue por sus limitaciones ofensivas.

Del mismo autor de "Bartra, algo no estarás haciendo bien para jugar en el Betis" nos llegaba ese inoportunísimo dardo de desprecio, cargado de una soberbia que chirría especialmente con el desempeño bético en el salto a 2019.

Setién se puso a la defensiva el pasado verano cada vez que se le preguntaba por el reto de afrontar las tres competiciones. Y la cosecha liguera en este inicio de año, con cinco semanas alternando Liga y Copa, con seis puntos de 18 posibles gracias a esos dos penaltis ante Girona y Atlético, empieza a justificar sus recelos. Siguen las curvas, esta vez por Europa. Flota que la planificación invernal de Serra no ha sido la idónea, pero la rígida apuesta del entrenador por sacarla siempre desde atrás jugada, que degenera en un equipo inseguro e inocuo muchas veces, no mitiga esas deficiencias. Falta autocrítica en Setién. Humildad para rectificar. Lo muestra en el campo y en la sala de prensa.

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