Análisis

Gumersindo Ruiz

Sacar adelante la familia es una larga historia

Una de las explicaciones de los bajos precios en las dos últimas décadas es que las rentas salariales han crecido por debajo de las del capital, quitando presión a la demanda de consumo. El coste laboral por unidad producida crece en España el 0,8%, para un coste salarial del 3,8%, con los salarios por debajo de ganancias de productividad, por eso el gobernador del Banco de España nos decía que no identificaban la inflación con la política de tipos de interés bajo, salarios y consumo, ya que se debe a un incremento desproporcionado y contagioso del precio de la energía, además del aumento de márgenes por los negocios que pueden aplicarlos. De Eurostat y Moody´s Analytics tomo este dato: de una inflación del 10% en la zona Euro 4,25 es por la energía, 2,25 alimentos, 2 servicios, y 1,5 bienes no energético; de aquí que, si el efecto de la energía se controla, en un año la inflación podría estar entre el 3% y el 4%. Esto moderaría las subidas de tipos de interés para no dañar la economía y el empleo, pues a largo plazo la política monetaria resulta neutral, como ha explicado en el Imperial College, Ben Broadbent, subgobernador del Banco de Inglaterra.

El índice de precios en España, que recoge cómo varía una cesta ponderada de bienes y servicios, ha bajado al 7,3% año a año, pero la percepción de las subidas de precios no sigue al índice, pues cada cual sufre según lo que consume. No es igual quien tenga vivienda en propiedad con hipoteca o no, niños, use coche, o viva unas circunstancias diferentes; o una renta alta y dedique un porcentaje pequeño de la misma a alimentación, con lo que el índice de precios general le influye poco. La estadística media suele dar precios mayores que la mediana, porque hay un sesgo por parte de los que sienten que los precios suben más; en España la percepción mediana de cuanto subirán los precios en un año, es medio punto más que el 5% de Alemania, Bélgica, o Holanda, en Francia no pasa del 4%,y en Italia el pesimismo lleva a esperar un aumento del 8%. Quienes piensan que suben más los precios son los mayores, entre 55 y 70 años, y los que menos entre 18 y 34 años. Estas expectativas son muy importantes por el peligro de impedir que bajen los precios, y favorecen el aumento de los márgenes de venta.

Voy a la sorprendente ciudad de Coín para leer pliegos de poesía en homenaje y memoria a nuestro genial Rafael Pérez Estrada, con José Infante, Francisco Ruiz Noguera y Juvenal Soto, editados por las entusiastas Fundación García Agüera y concejalía de Cultura del Ayuntamiento, y me sorprende la afluencia de personas en la lectura y luego fuera, en las terrazas, una imagen habitual, optimista, al margen de los problemas económicos. De vuelta, pienso que no hay que olvidar a los más desfavorecidos que poco refugio tienen ante esta inflación, y ese apoyo deberá financiarse sin duda recurriendo a los que más tienen, manteniendo en marcha la producción y el empleo, como hasta ahora se ha hecho en España. Las situaciones de apuros en las familias no son nuevas, y aunque los de más edad no olvidamos las dificultades seculares en las casas para salir adelante, no quedan tan lejos la pobreza y las colas para atención social de hace apenas diez años.

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