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Crónica Personal

Sánchez se crece

Mala baza. La pésima estrategia de Feijóo al romper las negociaciones por el CGPJ a cuenta de la posible reforma del delito de sedición abre la puerta al líder socialista para la remontada

Pedro Sánchez.

Pedro Sánchez. / Eduardo Parra / EP

A Pedro Sánchez le ha venido Dios a ver. El mismo día que se conocen unas cifras de empleo preocupantes para los españoles y para un Gobierno que celebra elecciones en unos meses; el mismo que la ministra de Hacienda da tres versiones distintas sobre las intenciones del Ejecutivo respecto al delito de sedición; el mismo que se visualiza la profunda brecha entre los socialistas de Sánchez y los que formaron parte de la mejor historia del PSOE, los de Felipe González, y el mismo día que Sánchez regresa de un viaje africano falto de interés empresarial aunque La Moncloa vendía lo contrario, Feijóo rompe las negociaciones para renovar el CGPJ y pone en bandeja que Sánchez, que nunca ha respetado al adversario, diga en su gira que al líder del PP "le han temblado las piernas".

No es cierto que Feijóo haya sentido miedo, pero se ha equivocado al vincularlo a la aprobación del Código Penal para rebajar las penas por sedición, cuando Bolaños y Pons habían pactado separar los dos asuntos porque consideraban que era prioritario el desbloqueo de las negociaciones sobre la renovación del CGPJ y además sabían los dos que la reforma no del Código Penal no tenía vuelta atrás.

Al que le temblaban las piernas era a Sánchez sólo de pensar que si no daba un toque al delito de sedición ERC podría dejarlo sin apoyos para sacar los Presupuestos. Lo dicho, le ha venido Dios a ver, y Feijóo tendrá que hacer un esfuerzo ímprobo en los próximos meses para recuperar la imagen de candidato con posibilidades de alcanzar La Moncloa.

Dispone de tiempo, pero probablemente el jueves comprendió que Sánchez no es enemigo fácil, se crece ante la adversidad y no se le puede dejar ni un resquicio libre por el que colarse para machacar sin piedad a su rival, como están haciendo él y su equipo de Gobierno. Además de su círculo mediático que, desde luego, funciona mejor que el del PP. El primero apoya a Sánchez por desastrosas que sean sus iniciativas; el segundo sólo respalda a Feijóo si hace lo que ellos creen que debe hacer. En caso contrario, leña hasta en el DNI.

Todo sea por Junqueras y ERC

Feijóo, además, inició la semana con mal pie. El Confidencial, uno de los medios más influyentes de España, que tiene fama de no casarse con nadie y cuyos análisis políticos y sondeos son serios, anunciaba que Feijóo sigue en cabeza de la intención de voto pero que Sánchez ha recortado de forma notable las distancias. Un toque de atención para el gallego que, como dicen sus contrarios, se había instalado cómodamente en el llamado efecto Feijóo y no ha estado suficientemente atento a las maniobras de Sánchez para intentar neutralizarlo. Y ha dejado libre esa brecha por la que Sánchez y su artillería pueden acusarlo de todos los males, revertiendo incluso la situación que se daba respecto a Bruselas, crítica con el Gobierno por no tomar decisiones que neutralizaran la evidente politización de la Justicia española, y poniendo ahora al PP como principal responsable de impedir la renovación del CGPJ y abrir una etapa en la que se contemplaba una nueva fórmula de elección de sus miembros.

Sánchez ha visto cómo en cuestión de días ha cambiado su situación electoral. Ha logrado que se visualice la fortaleza y unión del bloque de investidura, que ha dado su respaldo al primer paso de los Presupuestos al no presentar enmiendas a la totalidad, como amenazaban; y no va a tener complejo en aprobar la reforma del Código Penal para conseguir rebajar las condenas de los independentistas catalanes de manera que algunos puedan incorporarse a la actividad política al perder la actual inhabilitación. Eso supondrá que ERC pueda presentar a Oriol Junqueras como candidato a la Generalitat, con muchas perspectivas de conseguirla a través de un Gobierno apoyado entre otros por el PSC. Y podría permitir también el regreso de Puigdemont a España sin ser detenido.

Por otra parte, la decisión de Macarena Olona de crear un nuevo partido debilitaría a la extrema derecha, la ley d’Hont castiga las divisiones y da mayor número de escaños a formaciones que acuden unidas. Un problema para el PP si necesitara en algún momento apoyos de Vox para formar Gobierno, aunque Feijóo no contempla esa posibilidad y confía en conseguir suficientes escaños por sí mismo para no estar obligado una coalición. Y está también la situación que se vive en Cs, que se siguen con el máximo interés tanto en Génova como en La Moncloa.

La cautela del PNV

No hay un solo sondeo que dé un escaño a Cs, y aunque es probable que se presenten si llegan vivos a la fecha en que se celebran las autonómicas y municipales primero, y a las generales después, es evidente que se producirá una importante fuga de votos al PP, pero podrían retraerse si el PSOE y Sánchez aciertan en su estrategia de presentar al PP de Feijóo como un partido escorado a la derecha.

Estrategia que tiene como objetivo también cortar el trasvase de votos del PSOE al PP que recogen los sondeos. Que Sánchez rascara vostos de CS es clave para remontar en las encuestas.

El PP contraataca tratando de captar voluntades de miembros destacados de Cs, pero no con la falta de respeto del equipo de Pablo Casado, que instaló en un despacho de Génova al ex secretario de Organización de Cs con la única función de captarlos para el PP. Pero Juanma Moreno sí ha ofrecido cargos a destacados miembros de ese partido que trabajaron con él. El último, Juan Marín, fue su vicepresidente.

La reacción de Cs ha sido darlo de baja como militante y acusar al PP andaluz de una maniobra ilegal, hacerse con la lista de militantes para contactar con cada uno de ellos y tratar de atraerlos a sus filas. El PP-A niega tajantemente esa situación, pero ha calado en determinados sectores que puede ser cierto y ha envenenado el clima hasta ahora de respeto mutuo entre el PP y Cs.

Feijóo, pensando siempre en el futuro y en la necesidad de ampliar su mayoría si ganara las elecciones, se ha entrevistado con el presidente del PNV, Andoni Ortuzar. El clima ha sido cordial, pero el jeltzale no ha mostrado un solo síntoma para apoyar a Feijóo, lo que fue recibido con satisfacción en La Moncloa; el PNV es uno de sus principales socios y centra a un Ejecutivo muy tocado por sus alianzas y cesiones a los independentistas y a Bildu, el partido que más preocupa al PNV porque le pisa los talones en el País Vasco.

Sin embargo, que Ortúzar no haya demostrado ningún tipo de cercanía con Feijóo es lógico: sería impensable que lo hiciera cuando gobierna Sánchez, al que el PNV apoya a cambio de que acepte la mayoría de sus exigencias. Una vez que se celebren las elecciones ya se verá. Lo más importante que hay que ver es si esas elecciones las gana Feijóo como dicen las encuestas... o Sánchez aprovecha los errores de sus adversarios para ganar nuevamente. Es sabido que se crece ante la adversidad, al punto de recuperar la Secretaría General del PSOE cuando todos lo daban muerto tras haber sido expulsado del partido.

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