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Crónica Personal

Sánchez prepara el PSOE para las urnas

Estrategia. El líder socialista, para salir del hoyo tras los fiascos electorales y con vistas a las citas de 2023, ha creado un núcleo que se dedicará 'full time' a poner el partido en órbita

Pedro Sánchez y Ximo Puig.

Pedro Sánchez y Ximo Puig. / Doménech Castelló / Efe

Pedro Sánchez tiene por delante un futuro incierto, porque ese futuro tiende al color negro desde las elecciones andaluzas, uno de los varapalos electorales más serios que ha recibido el PSOE en los años de democracia, si no el mayor. Andalucía es –o era–un símbolo para el socialismo español; que fuera feudo socialista prácticamente garantizaba que los candidatos del PSOE tenían al alcance de la mano La Moncloa.

La mayoría absoluta de Juanma Moreno ha obligado a Sánchez a bajarse del pedestal y reflexionar sobre la situación crítica que sufre su partido. Que se debe a sus desaciertos, no a señores con puro que conspiran en los cenáculos madrileños, como él dijo. Y ha decidido remodelar el partido tomando en consideración lo que hasta ahora no hacía: que es aconsejable contar con personas de experiencia. Que además, por tener experiencia, son conocidas por los ciudadanos.

Las fórmulas aplicadas desde que se hizo cargo del PSOE, con una presunta "renovación" que consistía en llevar a Ferraz y La Moncloa caras nuevas, preferiblemente jóvenes y preferentemente mujeres, no fue una buena idea. Ha metido mano a la Ejecutiva hasta donde le han permitido los estatutos, porque hay cargos que sólo pueden ser ratificados por un congreso del partido. Ha conseguido que renunciara la vicesecretaría general, Adriana Lastra, controvertida en sus propias filas pero, sobre todo, que provocaba un rechazo peligrosamente generalizado entre la ciudadanía de a pie, que es la que quita y pone escaños.

El segundo paso después de esta marcha fue llamar a dirigentes que en el pasado no formaron parte del sanchismo, aunque poco a poco fueron abrazando la causa de su secretario general y presidente del Gobierno. Entre otras razones, porque fuera de los núcleos de poder "hace mucho frío", como se dice en lenguaje político. No dudó Sánchez en tirar de Patxi López, que se enfrentó a él en las primarias, o de Pilar Alegría, a la que había incorporado al Ejecutivo como ministra de Educación aunque había sido portavoz de Susana Díaz cuando se presentó contra Sánchez cuando decidió luchar por la Secretaría General tras ser expulsado por sus compañeros. Meses antes, había llevado a La Moncloa a Óscar López y Antonio Hernando, dos de sus compañeros más íntimos cuando formaban parte los tres del gabinete de Pepe Blanco, y con los que rompió porque no lo apoyaron tras su defenestración.

El 'nuevo' equipo

Y, por último, con la remodelación actual del PSOE apostó Sánchez por dar más peso del Gobierno en el partido. Desde la anterior crisis, que tuvo lugar hace exactamente un año, con los ceses de dos de las personas más influyentes del partido y del Gobierno, Carmen Calvo y José Luis Ábalos, el PSOE ha vivido una época complicada. Por el declive evidente de Sánchez, agudizado tras el cambio en la Presidencia del PP, que dio un vuelco a los sondeos y, además los cambios no tuvieron el éxito esperado, por el rechazo al jefe del Ejecutivo y a sus socios y, en Ferraz, por las discrepancias crecientes entre Lastra y el secretario de Organización, Santos Cerdán.

Abundando en las discrepancias, aparecieron roces entre Ferraz y La Moncloa por el protagonismo del ministro Félix Bolaños, a quien Sánchez encargaba negociaciones importantes que en buena ley tendrían que abordar Lastra o Cerdán y, al mismo tiempo, se advertía de que los dos nuevos portavoces del partido y del Gobierno, Sicilia y Rodríguez, no estaban a la altura que esperaba Sánchez cuando los nombró.Con esos mimbres, en los que eran muy visibles los celos, disputa por las competencias, desautorizaciones y desencanto, Sánchez quiere poner al PSOE en condiciones de afrontar una complicada etapa electoral en la que era indispensable acabar con las tensiones personales y, al mismo tiempo, contar con un equipo potente para encarar con éxito las municipales y autonómicas y las generales.

Los estatutos recogen las condiciones para acceder a la Ejecutiva, con los cargos necesariamente revalidados por el Congreso Federal. Nada dice sobre la posibilidad de que el secretario general quiera contar con un equipo reducido de su máxima confianza, más allá de las atribuciones de los miembros de la Ejecutiva. Y es lo que ha hecho Sánchez, siguiendo en cierto sentido el modelo que impuso Manuel Fraga en el PP, con una dirección por la que pasaban todas las decisiones del día a día. Fórmula que se mantiene hasta hoy.

El objetivo es contar con un equipo más manejable que la Ejecutiva Federal completa, un equipo con mayores posibilidades de operatividad, pues todos sus miembros viven ahora en Madrid. Con cinco ministros que permitan la fluidez de comunicación entre La Moncloa y Ferraz, y una vicesecretaria general, María Jesús Montero, que además de ser la responsable de Hacienda, conoce muy bien el partido desde hace años, por los diferentes cargos que ha ocupado tanto en el Gobierno andaluz como en el nacional.

La fecha electoral

No todos los miembros de ese núcleo de dirección cuentan con gran solidez política. Patxi López ha sido lehendakari y presidente del Congreso, pero en ninguno de los dos cargos dejó huella. De hecho, el seguno lo ocupó sólo unos meses, en aquella legislatura muy corta que algunos llamaron "la legislatura tonta", por su escasa relevancia ya que transmitía interinidad. López esperaba ser reelegido presidente del Congreso tras las elecciones, pero el cargo fue para Meritxell Batet.

En cuanto a las ministras Alegría y Rodríguez son todavía poco conocidas aunque como portavoz y ministra de Educación debían tener una gran proyección. Sí destaca en ese grupo Miquel Iceta, de larguísima trayectoria en la política catalana, así como Félix Bolaños, el "hombre para todo" de Sánchez. Aunque con el nuevo presidente del PP mantiene unas relaciones menos fluidas que con Pablo Casado, ya que Feijóo advirtió desde el primer encuentro con Sánchez que la intención del presidente del Gobierno era ningunear todo lo posible al nuevo líder de la oposición, para tratar de que no tuviera excesivo protagonismo. Y ese ninguneo pasaba por acusarlo de bloquear cualquier tipo de negociación –las más importantes las del CGPJ y el Tribunal Constitucional– para presentar a Feijóo como un político obcecado en la intransigencia.

Sánchez ha tomado ya las decisiones que llevaba tiempo barajando, a la espera de qué pasaba en Andalucía. Va a dar prioridad a relanzar el partido con ese núcleo de dirección creado en Ferraz, porque el desafío que tiene en los próximos meses es que el PSOE recupere su tono y cesen las deserciones de militantes y votantes. La incógnita se centra en la próxima convocatoria electoral, y personas muy cercanas aseguran que es una decisión que no ha tomado todavía.

La situación es difícil. El partido no se encuentra en su mejor momento y hay que estudiar muy bien cuál es la mejor ocasión para convocar las generales, ya que las autonómicas y municipales vienen reguladas y se celebrarán el próximo mayo. Sánchez ha asumido ya que las dos convocatorias electorales se presentan con malas perspectivas. Así, hay que ver si adelantar las generales con escaso éxito puede provocar un resultado desastroso en municipales y autonómicas, lo que haría peligrar la supervivencia del partido si hay pérdida del indispensable poder regional; o, por el contrario, si en las regionales y municipales se consolida la tendencia que se dio en Andalucía, y un mal resultado en municipales y regionales desaloja al PSOE de La Moncloa. Poniendo fin a la Presidencia de Pedro Sánchez.

En política los pronósticos no sirven ni para los magos. En los últimos seis meses el PP ha cambiado de líder y de equipo. Y el PSOE, para salir del hoyo, ha creado un núcleo de personas que se dedicarán full time a poner el partido en primer tiempo de saludo. El otoño se presenta más caliente aún que este julio en el que España está viviendo un infierno.

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