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Análisis

carmen pérez

Universidad de Sevilla

Semana de bancos centrales

A principios de año, hubiera sido impensable aventurar el vuelco tan impresionante que ha experimentado la política monetaria. 2022 será recordado por ser el año en el que se terminó con la anomalía financiera de los tipos negativos y con los ilimitados estímulos monetarios. Esta semana, los principales bancos centrales de las economías occidentales han dado un nuevo empujón al endurecimiento monetario. El miércoles, conocimos las decisiones de la Reserva Federal (Fed), y ayer las del Banco de Inglaterra (BoE) y las del Banco Central Europeo (BCE). Las subidas de tipos han estado en línea con lo que se descontaba en el mercado. La expectación se concentró en lo que pudieran anticipar sobre los próximos pasos que darán y sobre cuánto tiempo se mantendrán los tipos oficiales en niveles elevados.

La Fed acordó subir los tipos de interés 50 puntos básicos. Es un nuevo ajuste, pero de una magnitud menor que las cuatro últimas revisiones, que fueron del 0,75%. Se trata de la séptima subida consecutiva, que los deja en el rango de 4,25% a 4,50%. Las fortalezas que sigue mostrando la economía estadounidense dan a la Fed suficientes argumentos para mantenerse firme, pero permitirse un ritmo ligeramente menor porque la inflación se ha moderado algo. El consenso del mercado sitúa los tipos en el 5% en mayo, es decir, anticipan dos subidas adicionales más de 0,25%.

Por su parte, el BoE también afloja ligeramente el paso con una subida de sólo medio punto, después de decidir en noviembre un aumento de 0,75%, el mayor en 33 años. El leve descenso de la inflación allí -pasó del 11,1% interanual al 10,7%- también le ha permitido moderación en la decisión de ayer. En su balanza parecen pesar más las perspectivas de recesión (podría ser la más larga en un siglo) que la elevada inflación.

Igualmente, el BCE elevó ayer los tipos oficiales un 0,5%, dejando la tasa de depósito en el 2%, el tipo de refinanciación en el 2,5% y la facilidad marginal de crédito en el 2,75%. Y hubo novedades también respecto a la reducción de balance: a partir de febrero de 2023 cesarán las reinversiones bajo el programa APP, descendiendo así unos 15.000 millones de euros mensuales hasta el final del segundo trimestre de 2023; en cuanto a las reinversiones bajo el programa PEPP, seguirán al menos hasta final de 2024.

Los bancos centrales han recorrido ya mucho terreno y de forma rápida, y el endurecimiento acumulado de la política monetaria durante el año es muy importante. Tampoco puede olvidarse que los efectos de estas decisiones en la economía, y, por tanto, en el control de la inflación, no son inmediatos, sino que se producen con retardo. De momento, han bajado el ritmo, pero al mismo tiempo los mensajes a futuro que han transmitido han sido mucho más duros. Así, el presidente Powell manifestó: "Tenemos más trabajo que hacer", advirtiendo que "se necesitarán muchas más pruebas para dar confianza de que la inflación está en un camino descendente sostenido"." La presidenta Lagarde, por su parte, avisó de forma contundente que los tipos de interés seguirán subiendo "significativamente". Los mercados, tanto de renta fija como variable, han reaccionado negativamente.

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