La primera prueba de fuego de la era post-purga en los informativos de TVE se ha solventado con un punto a favor de la redacción. El tratamiento en apertura, sin ambages y sin paños calientes del máster de la ex ministra Montón revelan los principios e intenciones del equipo de Begoña Alegría. Y la legislatura se sigue envenenando. La sensatez objetiva que ha primado en estos días en los Telediarios confirma el acierto del cambio en TVE porque ésto hubiera sido impensable en los tiempos de José Antonio Sánchez y su tocayo Álvarez Gundín. La llamada redacción paralela, con tanto directivo contratado desde medios afines a Rajoy, era motivo suficiente para el furibundo golpe de timón de Rosa María Mateo. Un motivo que convertía en urgente la renovación de los despachos de Torrespaña donde ya el PP (Cospedal en concreto) se ensañó en represalias hace seis años.

Una hoja de servicios honesta e impecable es un desafío muy complicado entre un equipo tan numeroso y observado con lupa por los detractores. Seguro que habrá momentos en los que la oposición se regodee con errores en los Telediarios, pero ahora mismo se observa una voluntad y una cintura desconocida en los últimos años. La dimisión de Montón alteró la parrilla al término del fútbol del martes mientras que noches graves como la de los incendios gallegos de hace un año se fueron a la inopia. La 1, la cadena más institucional para el gran público, debe interrumpirse con la actualidad. Debe ser la cadena de las urgencias informativas, papel que vino a asumir La Sexta por incomparecencia de rival. El estilo de esta nueva TVE informativa bebe de los modos de la cadena de Ferreras, con su fórmula vibrante. Con más medios y personal La 1, intereses y simpatías al margen del foco, está en camino de recuperar su mejor sitio y apuntala la flecha hacia dónde debe ir en la próxima etapa esa cúpula plural, capaz, neutral y aclamada por concurso.

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