10:54. Recibo una grata respuesta a un correo. "Gracias. Ha quedado muy divertida". Leer estas palabras en boca de Chuso García Bragado suponen un chute de autoestima. Primero, porque es el español con más Juegos Olímpicos a sus espaldas; segundo, porque su fama de adusto se evaporó con la entrevista y se corrobora con este mail. Es parco en palabras, claro. Bajo al quiosco y a recados varios, pero no me puedo demorar. Habla Juanma Moreno. Los políticos de ahora no sé cuándo gestionan porque están todo el día hablando o escribiendo tuits o entrando en las radios. Rajoy daba poco el tipo para estos tiempos, la verdad, y disfruta ahora de sus largas caminatas. Por cierto, Bragado, madrileño residente en Cataluña y ex concejal del PP, lo nombró en la charleta. En un paseo con ellos dos tienes que terminar agotadito. Es el cumpleaños de Galiano y lo felicito convenientemente, aunque no por sms, honor sólo para elegidos.

17:33. Comienza el embrollo organizativo porque este fin de semana he estado al loro de la actualidad andaluza. "¿Por qué no trabajarán siempre Rocha y Lasida?", me digo mientras resoplo. Moreno, el balance sanitario, los expertos, las mascarillas y las PCR (nombre de Honda ochentera), los reportajes de los compañeros de otras provincias... Estos tíos son dos titanes, vaya. Merecen un Ministerio; de hecho, me juego tres botellines a que son más organizados que Pedro Duque y que Manuel Castells, que serán unas eminencias pero tienen un despiste importante en lo alto. Darle forma en el periódico a este tetris regional o rompecabezas autonómico necesita a alguno de los integrantes de esta pareja de baile. La próxima vez que me toque el marrón, no lo duden, trataré de persuadirlos con unas cantidades ingentes de dinero para quedarme en casa.

20:10. Una vez resuelto el puzle andaluz, salgo a estirar el pataje por la calle Rioja después del tímido aplauso de las ocho. Acaramelados, pasan matrimonios, novios o amantes agarrados de la mano. Como los cace Fernando Simón, les cae un rapapolvo que no se agarran más ni en la alcoba. La propietaria, imagino, de la tienda de enfrente se afana con los maniquíes para ponerles el nuevo precio poscoronavirus. Luxury se llama el negocio y juro que no tenía ni pajolera idea, nada extraño dado mi nula capacidad de observación. Iba a hacer un par de trastadas antes de que mañana vuelvan a la redacción (esto no es un anuncio ñoño del Almendro) unos cuantos compañeros. El problema es que no estoy solo y lo mismo se chivan. El soplón siempre ha tenido mala prensa en el colegio y en la Mafia, aunque en los periódicos se nos va a todos la lengua tela marinera. Bueno, recojo el chiringuito, que ya está bien las 26 bromas digitales que me he marcado en este confinamiento. ¡Eso es todo, amigos!

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