El cajón de sastre del desastre del independentismo, con tres cuartas partes del Govern entre rejas y el resto desinflándose con aire contrito, sigue escupiendo asombrosas revelaciones de sus promotores, cada vez menos flamencos pese al contexto.

Mi admirada Ana Pastor se ha coronado de nuevo como reina de las entrevistas, una de esos periodistas que saben coger el toro por los cuernos y no por el lomo en esa monarquía al respecto que es la Sexta, donde Jordi Évole ocupa el trono masculino. En los altares del arte de sacar buenos titulares o dejar en evidencia al entrevistado mendaz permanece como intratable número uno la que le hizo Iñaki Gabilondo a Arnaldo Otegi el 16 de septiembre de 2001, con ETA a toda máquina, evidenciando la sumisión del chulo de herriko taberna al monstruo. En las alcantarillas yace la del torero de salón de la cadena pública Sergio Martín, que le preguntó con desfachatez a Pablo Iglesias si debía "darle la enhorabuena" por la excarcelación de presos etarras al anular Estrasburgo la retroactividad de la doctrina Parot.

La maestra Pastor, decíamos, que no es una de esas ovejitas sectarias complacientes con el amo (a Iglesias también le ha sacado -sin golpes bajos- de sus casillas), le extrajo el domingo otra caries informativa al ex conseller Santi Vila. Es el que sólo pasó 18 horas en el trullo, desmarque mediante al borde de la campana de la más pacata declaración de independencia nunca vista. El mismo que se salvó por alguna extraña razón de la purga que acometió Puigdemont el 14 de julio, cuando despachó a casa a los consellers que tenían dudas sobre el infausto salto mortal sin red en otoño.

Pues bien, el conseller de Empresa que ovacionó los pasados 6 y 7 de septiembre en el Parlament la aprobación por las bravas de las leyes de desconexión soltó que el máximo responsable del desaguisado -Carles Puigdemont- no estaba entonces convencido de lo que estaba haciendo, que era una especie de rehén de los chicos de la CUP y que jugaba de farol con la esperanza de doblegar la resistencia innegociable de Rajoy a negociar.

Moncloa silbó y tiró de Código Penal. Los porrazos del 1-O le dieron aire al nuevo rey de la facundia. Como los encarcelamientos de consellers. ¿Y ahora qué? El clavo ardiendo del ex president se llama 21-D. Pero su ex número dos, Oriol Junqueras -que no tiene un gramo de tonto y que ha aprendido mucho en Estremera-, le ha dejado solo en sus diatribas con un sonoro silencio y ERC también se ha independizado de la lista del listo. Pintan bastos para don Carles, otro torero de salón y mal calculador de las distancias cortas que ante el bicho de carne y cuernos se pone perdidos los pantalones.

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