Análisis

Gumersindo Ruiz

'Transitus', mundial, liturgias

La Fundación Las Edades del Hombre organiza en la catedral de Plasencia Transitus, una exposición portentosa con lo mejor del arte religioso de Extremadura. El hilo argumental es ser tierra de paso donde confluyeron las tres religiones monoteístas; después viene la corriente humanista, con una visión más individual de la persona en el mundo, el arte plástico, y la literatura; sigue el concepto de diócesis identificando ciudad e iglesia; la Reforma protestante buscando austeridad y autenticidad, y la Contra Reforma católica del barroco; y termina con el mar, el tránsito a América, y la transmisión de la religión en esas tierras. Se exhiben obras muy hermosas (hay un recorrido virtual en la página Fundación Las Edades del Hombre), pretendiendo dar cuerpo a un relato que responda a las diversas interpretaciones que tiene el nombre de la exposición. Sin embargo, quedan fuera de la historia cuestiones morales como la continua persecución de disidentes, la expulsión de los judíos, y la consideración, para América, de que una cosa es que alguien adopte una religión por convicción, y otra, la conversión por la fuerza que llevó a cabo una alianza política y militar de la monarquía con la iglesia. La confusión en los pueblos donde se impone la nueva religión se ve en obras curiosas como los siempre entrañables Ángeles Arcabuceros, y el Cristo de la Encina, con la imagen de un Cristo crucificado dentro de un árbol, interpretado ingenuamente como un tótem, algo familiar al pintor nativo.

Aunque el libro de Robin Dunbar: How Religion Evolved: And Why It Endures (Pelican), se limita a un período histórico, sostiene que la liturgia y la religión en sí no son tan relevantes para su evolución, como la respuesta que da a la necesidad de trascendencia del ser humano, y al mismo tiempo un vínculo social, tejiendo un colectivo. Esto tiene una vertiente positiva de cohesión social, y otra negativa, cuando un grupo utiliza la religión frente a otros; y si se aprovecha para la política (como el aborto), el resultado puede ser desastroso. En cualquier caso la necesidad de los religioso tapa los aspectos negativos de la religión en la historia. No es muy diferente a lo que plantea Sebastien Billard en L'Obs sobre el Mundial de fútbol, donde la justificada desconfianza general en la FIFA, violaciones de derechos humanos del país organizador, condiciones laborales deplorables con la muerte de más de 6.500 inmigrantes relacionadas con el evento (ver The Observer, BBC, Human Rights Watch), la posición estudiadamente ambigua frente a Europa en el conflicto militar y gas, y el cinismo sobre la huella de carbono, pues entre otros muchos impactos, 160 aviones llevan y traen a diario a visitantes que se alojan en países vecinos (no hay sitio en Catar), no influyen en absoluto en la actitud de la afición.

Este espectáculo responde a un deseo de las personas de vivir momentos de pasión y discusión, y renovar una fe primaria en el triunfo de su equipo, que está grabada en la memoria desde la infancia, por eso cuando Robin Dunbar concluye que "es difícil ver algo en la historia que pueda reemplazar la religión en los asuntos humanos", podría decirse algo similar del espectáculo del fútbol.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios