Análisis

juan antonio solís

El VAR, amigo o enemigo

Mucho más grave que errar es no querer ver el error y no rectificar, algo ya habitual en la Liga

El estamento arbitral español es un gremio de mudos esquivos con la prensa que, eso sí, se ponen a criticar ante los micrófonos o los teclados a los compañeros en cuanto se retiran del mundo profesional. Eso, cuando no acaban de delegados de campo de algún club para que la confianza toque los resortes ocultos entre bambalinas.

Con el imperfecto pero buen invento del VAR, el colectivo trencilla puede lavar esa oscura imagen. Y lejos de ello, la está virando a tenebrosa. Qué trabajo les cuesta acudir a la banda a consultar el monitor. En Alemania, ni se lo piensan. No es más que el propósito de exprimir las facilidades que la tecnología brinda. Pero aquí, se está convirtiendo en un clásico que el árbitro se toque el pinganillo y ponga cara de decir "vamos, no me enmarrones, sigamos" y que no acuda a la banda salvo caso extremo, a los dos o tres minutos y con el personal de la grada cada vez más soliviantado.

Ven el VAR como un factor corrector que los deja en evidencia, que desnuda sus incompetencias. Que los muestra cara a cara ante sus limitaciones. Y parece que no lo soportan, como si los jueces, que son hombres, no pudieran errar. Todos sabemos que se seguirán equivocando, pero ahora, tienen la opción de hacerlo menos.

Cada jornada salta algún error grosero por no aprovechar la segunda oportunidad que el VAR otorga. ¿Cómo no rectificar y expulsar a Myakushko por la violenta entrada por detrás que le rompe el tobillo a Borja Lasso? Y si no ves el claro penalti de Felipe a Brasanac en el Atlético-Osasuna, el asistente de vídeo te da la oportunidad de que todo acabe en una decisión acertada en diferido. Pero no. La infracción queda impune, Arrasate clama con razón y la imagen del estamento por los suelos por mucho que Velasco Carballo airee en unas semanas que el porcentaje de errores sigue bajando. Mucho más grave que errar es no querer ver ese error. Por fastidiar al grande o por lo que sea.

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