El Rey Emérito ya tiene fecha para volver a casa. Al menos temporalmente. Han sido más de 500 días (y sus respectivas noches) los que don Juan Carlos se ha pasado en los Emiratos Árabes Unidos purgando por unos supuestos delitos que la Justicia ya ha desestinamo.
Su hijo, Felipe El Preparado (ups, ese apelativo me lo dejé en el tintero la última vez que quise renombrarlo), ha estado este fin de semana en Abu Dabi y no han tenido ocasión, parece ser, de encontrarse cara a cara.
Como padre, me imagino a ese don Juan Carlos enfadado llamando a su vástago reprochándole la falta de consideración de no acercarse a verlo: “Pues que sepas que el fin de semana que viene me voy a Sanxenxo de regata”. Y de esos polvos, estos lodos.
A reproche también han sonado las palabras de Cospedal que han trascendido hoy en exclusiva de El País dirigidas a Villarejo, por no haber podido parar la “libretita” de Bárcenas. Hemos podido escuchar María Dolores, ahora sí que sí en diferido, grabada por el excomisario, que tirar de la manta no sabemos, pero del botoncito de rec sí que tiraba el gachó.
Y a quedarse a gusto suenan las palabras de los defensores de Chanel. Tras la polémica de las tetas y de las txangurreiras, la catalana ha llevado a España al puesto más alto del Festival de Eurovisión en 27 años. De la letra mejor no hablamos, pero ahí está. La polémica por las votaciones ha llegado ahora a Europa y hay países que hablan de manipulación en las puntuaciones emitidas. Todavía somos segundos…
Porque Ucrania gana Eurovisión. Y McDonal’s abandona Rusia. La guerra se juega en unos tableros que a ver cómo los explican los libros de historia. Mientras, la guerra de verdad, la de bombardeos y ofensivas, sigue su curso, esperando otro golpe de efecto u otro calentón de Putin después que los fríos nórdicos, Finlandia y Suecia, coqueteen con acceder a la OTAN.
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