Para la próxima temporada habrá nuevos golpes de efecto con estrenos de ficción que se disiparán en una oferta cada vez más inabarcable. Es tan grande el catálogo de series que se acumulan en las cervicales de los espectadores que es comprensible cierta desgana general por descubrir nuevos títulos. Hay que tener el nervio seriéfilo animado para atreverse con atracones de novedades. Es sobre todo una cuestión generacional y de tiempo libre. Y no pasa nada por no haberlo visto "todo".

Los canales generalistas calculan más la producción y dosificación de sus series. La ficción en prime time lo tiene difícil para mantener una audiencia numerosa. Se acabaron los 5 ó 6 millones de espectadores por episodio en línea, con una escaleta tardía y llena de anuncios. Los impactos más notorios se encuentran en la vertiente del entretenimiento, parcela que está regando Antena 3 en ese prime time de desertores. La adquisición del formato La Voz ha sido un acierto para esta estrategia ya que es de esos formatos que aún despiertan un interés incondicional por la audiencia española (sobre todo joven). En esta ocasión ha sido Atresmedia la que le ha birlado un contenido a Mediaset y es un formato que en sus tres versiones (adultos, niños y mayores) alimenta la parrilla de una temporada completa.

Antena 3 dotará de personalidad propia a La Voz, talent de marca limpia de Boomerang que va a tono con su parrilla y que de paso obliga a buscar un relevo similar a Telecinco, que debe equilibrar una programación donde el tono de conflicto es uno de sus sellos. American Idol es el recambio de Mediaset aunque en principio La Voz, con un presentador y coaches adecuados, lleva ventaja en la confianza de los sofalícolas. Será una batalla interesante de cara a la temporada venidera, con un Tu cara me suena llamado a contar con un casting más acertado y completo que el de esta última campaña. El entretenimiento vivo es la respuesta más llamativa para un espectador inclinado ya a hacer la parrilla (de ficción) por su cuenta.