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Crónica Personal

Se abre el melón en el PSOE

Futuro. Aunque pocos se atreven a cuestionar a Sánchez, ya hay algunas quinielas que apuntan a Calviño y a García Page como alternativas socialistas para las elecciones generales

Pedro Sánchez.

Pedro Sánchez. / Martin Divisek / Efe

El miércoles pasado, Nadia Calviño dio un revolcón dialéctico-político al portavoz parlamentario de Vox, Iván Espinosa de los Monteros. La vicepresidenta primera y ministra de Economía enseñó los dientes y las uñas, atacó verbalmente sin piedad, y dejó descolocado a un dirigente que hasta ahora se movía en las esferas altas y se vio arrollado por una Calviño que, por primera vez, demostró que se mueve con eficacia en el cara a cara, tiene capacidad de reacción, también de golpear al adversario donde más duele y dejarlo, si no KO, sí maltrecho. La bancada socialista se venía abajo con los aplausos. Hacía mucho tiempo que no se manifestaba con tanto entusiasmo, ni siquiera cuando Pedro Sánchez protagonizaba las intervenciones más hirientes.

Calviño ha entrado en otra dimensión. Las especulaciones sobre su futuro son infinitas y todas ellas en torno a la sucesión de Pedro Sánchez... lo que significa que esa preocupación por la sucesión estaba ahí, se callaba pero estaba ahí. Y las peripecias políticas y económicas últimas, más la intervención parlamentaria de la vicepresidenta, ha soltado la espoleta. Se ha abierto el melón.

No hay un solo dirigente del sanchismo que entre en el terreno de las cábalas sobre lo que puede ocurrir en el PSOE si las cosas no van electoralmente bien. Por lealtad, o por miedo, no hay nadie, ni siquiera en privado, que cuestione el liderazgo de Sánchez y acceda a dar opinión sobre un posible relevo en el partido si se cumplen los pronósticos que recogen sondeos y encuestas. Sin embargo, a través de datos concretos, imágenes y declaraciones se puede llegar a la conclusión de que algo se mueve en el PSOE.

Los primeros indicios se produjeron a finales del verano, cuando varios presidentes se distanciaron de algunas de las decisiones tomadas por La Moncloa. Abrió fuego el manchego García Page, que se refirió a las "malas compañías" del jefe de Gobierno. Después varios de esos líderes regionales tomaron decisiones fiscales similares a las que días antes habían anunciado presidentes del PP y que habían criticado abiertamente.

El cambio que provocó mayor sorpresa fue el del valenciano Ximo Puig que, pese a que insistía en que sus iniciativas fiscales estaban muy alejadas de las propuestas que habían hecho los miembros del PP, sus explicaciones no convencieron: había cambiado de actitud acercándose a lo que defendía el PP. Por interés electoral, evidentemente. Ningún presidente o alcalde que busque la reelección se queda de brazos cruzados cuando su adversario presenta iniciativas económicas atractivas para los ciudadanos, sobre todo cuando afectan directamente a los bolsillos.

Encuentro en Sevilla

El último capítulo se vio este jueves en el encuentro en Sevilla del presidente andaluz, Juanma Moreno, del PP, con el aragonés Javier Lambán, del PSOE. Tenían como objetivo hablar de la línea ferroviaria Algeciras-Zaragoza, aunque trataron otros temas.

No bajaron al detalle sobre las medidas fiscales que tenían en cartera, pero sí dijeron en su comparecencia ante los periodistas que coincidían en que la necesaria armonización fiscal entre los gobiernos autonómicos debían realizarla ellos porque correspondían a sus competencias, no a las del Ejecutivo central. Claramente marcaban distancias con La Moncloa.

No es ningún secreto que lo que más preocupa a los dirigentes regionales y locales socialistas son las elecciones del 28 de mayo, las autonómicas y municipales. Lo ocurrido en las andaluzas, con mayoría absoluta del PP, les ha abierto los ojos respecto a la situación de Sánchez: el rechazo a su persona es mayor a la lealtad incondicional de los militantes del PSOE que todavía se resisten a no votar a sus siglas de siempre.

Si a eso se suma que un porcentaje alto de antiguos votantes de Ciudadanos –algunos sondeos dicen que más del 50%– se inclinarían ahora por el PP, se comprende que haya revuelo en las sedes del PSOE pensando en la pérdida de poder. Que achacan directamente a la animadversión hacia a Sánchez no sólo por sus "malas compañías" sino por las concesiones que ha hecho a esos socios, que no cesan en sus exigencias para seguir dando su apoyo al Gobierno.

Las últimas semanas se ha incrementado la alarma entre los socialistas por una estrategia electoral de La Moncloa y Ferraz claramente equivocada: la puesta en marcha del muy publicitado “Gobierno de la gente”, que anunciaba que el presidente dedicaría más tiempo a viajar por España para escuchar de primera mano las inquietudes de “la gente” y mostrar la cercanía de Sánchez hacia sus problemas. El presidente fue recibido con abucheos en varias localidades, Sevilla, Toledo, Zaragoza y La Coruña durante la cumbre hispano-alemana. Estaba previsto que días antes participara Sánchez en la fiesta del socialismo gallego en Oroso, pero se disculpó porque tenía Covid, aunque no pudo evitar que se especulara con que había encontrado la excusa perfecta para no acudir, ya que llevaba más de una semana afectado.

El banquillo

Los socialistas no quieren hablar de relevo, pero se palpa en el ambiente. Antes del fiasco del PSOE en Andalucía, algún barón admitía que la formación "necesita un Feijóo, alguien que vuelva a entusiasmar al partido". Y si eso lo decía abiertamente antes de la mayoría absoluta de Moreno, que a sus propios méritos sumaba la confianza que daba el gallego como nuevo líder del PP, con más razón ese barón debe estar planteándose qué debe hacer el PSOE tras la demostración palpable de que Sánchez no da votos sino que los ahuyenta.

Con esas cartas sobre la mesa, lo primero que hay que analizar es si se pueden producir movimientos en torno a la figura de Sánchez antes del 28 de mayo, para intentar así que las elecciones municipales y regionales no se vean contaminadas por el rechazo al presidente. Segundo escenario: que Sánchez no se mueva, o no puedan moverlo, y ver entonces qué se hace con él si como prevén los sondeos en mayo se pierden importantes gobiernos regionales y locales. ¿Sería el candidato más apropiado para las generales?

Ahí es donde aparece el nombre de Calviño, que se pronuncia estos días a raíz del mencionado debate del miércoles en el Congreso. No es militante del PSOE. Un problema, aunque podría solventarse. Cosa distinta es que quiera ser candidata, porque la siguiente legislatura va a ser muy complicada en lo económico, y ella lo sabe mejor que nadie porque sabe de economía, aunque no ha sido capaz de bloquear iniciativas impuestas por los socios de Gobierno que disparaban la deuda y el déficit.

Otro nombre destacado en el caso de que Sánchez decidiera no ser candidato, o le obligaran a no serlo, es el de García Page. Y poco más. El PSOE anda mal de banquillo desde que Sánchez accedió a la presidencia, ha destrozado muchas biografías que tenían predicamento y que lo perdieron al asumir decisiones de Gobierno que iban contra las políticas que siempre había defendido el PSOE.

En ese escenario especulativo, hay un elemento a tener en cuenta. Sánchez es secretario general del PSOE, y ya se ocupó de que no pueda ser destituido de la misma manera que lo fue hace seis años. Podría jugar con la idea de mantenerse en la dirección del partido, proponer a otro candidato para el Gobierno, y continuar mandando en el Psoe, tanto si hay un presidente socialista en La Moncloa como si se encuentra en la oposición.

No se pueden adelantar acontecimientos, pero se mueven cosas en el PSOE y en el Gobierno. Aunque no se admiten, no se confiesan. Pero hay muchas pistas sobre el estado de ánimo en la familia sanchista: de momento, ha suspendido la gira llamada "el Gobierno de la gente".

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