Cuaresming
Popularis religio
Desde que el 28 de febrero de 1999 llegó a los quioscos, Diario de Sevilla fue un éxito. Lo fue por muchos motivos, que tenían que ver con la solvencia de la empresa que lo editaba y con la calidad del equipo que lo puso en marcha. Pero también por otra razón que, con la perspectiva que da el cuarto de siglo transcurrido, se antoja incluso más importante. El periódico vino a romper una especie de monopolio tácito que existía en la prensa sevillana y que se prolongaba, con cortos periodos de excepción en el tardofranquismo y los inicios de la transición, desde el final de la Guerra Civil. Lo que hizo Diario de Sevilla fue traer aire fresco y ventilar un ambiente que olía a rancio desde hacía mucho tiempo. Lo hizo, desde el primer número, apelando a las reglas básicas del periodismo, como había hecho su empresa matriz en Cádiz desde hacía más de un siglo. Se negó ver la realidad de Sevilla con anteojeras y mirando siempre para el mismo sitio.
Esa tarjeta de presentación fue la que hizo que desde muy pronto pudiera competir de tú a tú en una ciudad en la que habían fracasado innumerables proyectos periodísticos. Los sevillanos entendieron que por fin había una voz nueva que les hablaba con claridad y que no tenía más intereses que defender que los de la propia ciudad. Los lectores hicieron suyo el afortunado eslogan que se había escogido para el lanzamiento del periódico y que todavía hoy perdura: el diario que siempre has querido.
La historia de estos 25 años ha sido la continuación y consolidación de esos planteamientos con los que nació Diario de Sevilla. La capital de Andalucía ha podido contar con un medio informativo de alta calidad, inspirado por los principios del liberalismo más abierto y que ha tenido como norte único la defensa de los intereses de Sevilla y de sus ciudadanos. Lo sé bien porque durante veinte años de ese cuarto de siglo he tenido la responsabilidad de asegurar que esos objetivos estuvieran presentes en cada edición que se cerraba y a lo largo de catorce de esos años estuve, además, al frente de la dirección del diario.
A lo largo de esta ya larga etapa Diario de Sevilla ha tenido que enfrentarse a una auténtica carrera de obstáculos: cambios tecnológicos radicales, un mercado en regresión, crisis económicas, presiones de todo tipo... Si todo lo ha superado y hoy goza de buena salud, con un futuro despejado, es porque nunca ha olvidado para qué nació y por qué desde el principio Sevilla lo hizo algo propio. Sigue siendo un aire fresco que se necesita para respirar.
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