Confieso que con el neolenguaje generado por la pandemia estoy más perdido que Fernando Simón en la función principal de instituto de una cofradía sevillana de ruan. Si ya era difícil entenderse con los antígenos, los cribados, el PCR, la comorbilidad, el sars, la nueva normalidad y la madre que alumbró a Paneque, llegan nuestros políticos con su glosario para terminar de liarla. La última del florilegio de chorradas en el que han convertido nuestros próceres las necesarias normas de convivencia con la enfermedad es la de celebrar un día de fiesta navideño con familiares y "allegados", según resumió el ministro de Sanidad, Salvador Illa, en la rueda de prensa posterior al Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud que es algo así como una reunión de hermanos políticos, nunca mejor dicho.

Aquí es donde viene el lío: ¿qué se entiende por allegado o allegada? Mi amigo Esteban sostiene que la lengua tiene jugosos matices que no se deben soslayar, por ejemplo, no es lo mismo una amiga que una amiguita. La primera tiene carácter de limpia y amistosa relación y la segunda se ha ganado el cariño mediante el roce y goce. A estas últimas, en tiempos no muy pasados, se les ponía un piso o incluso un bonito chalet a las afueras de Sevilla (poco se ha estudiado la arquitectura amatoria de zonas residenciales como la Cruz del Campo o el Porvenir). En esta época que nos ha tocado sobrevivir, las amiguitas y los amiguitos se han ido incorporando a lo cotidiano con la misma naturalidad con la que hablamos de estos temas, aunque por medio hayamos perdido las discretas casitas de Talavera del extrarradio hispalense, donde se recogían antiguamente aquellos amores imposibles.

Me temo que el término "allegados", que según la Real Academia de la Lengua (sin segundas) describe a quien vive transitoriamente en casa ajena, por lo común sin ser pariente del dueño, será aprovechado por más de uno o de una para incorporar a la navideña mesa familiar a la querida o querido de turno. Lo que puede convertir más de un pacífico hogar en un sucedáneo de la finca Cantora; por lo de las desavenencias de la familia Pantoja digo, no por los asuntos de cuernos, que son ustedes muy mal pensados.

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