Análisis

J. M. Morillo león

Un almuerzo en dos 'patás' para Adriana Cerezo

Por un dedo Adriana Cerezo se quedó ayer sin el oro. Una lástima para esta joven de 17 años, hay que ver cómo llega la primera generación del siglo. Como la medalla de plata nos ha sabido a gloria vamos a celebrarlo. Pero claro, nos hemos llevado toda la mañana viendo los Juegos y no tenemos nada preparado para agasajar a la medallista y a su entrenador ¿Qué podemos hacer? Un almuerzo en dos patás. Dos patás de Adriana, con esa elasticidad en la pelvis y que llegan a la altura del colodrillo.

Preparamos de aperitivo un pollo frito crujiente. Pillamos una bandeja de pollo troceado. El glaseado para freír lo formamos con un huevo batido, así deprisita, y le echamos un vaso de leche. Mezclamos en el bol con presteza hasta que queden ligados. Bañamos los trozos de pollo en el líquido y sin respirar los rebozamos en una mezcla de harina de garbanzo con pan rallado y especias con perejil, ajito picado, pimienta y sal. Tras un primer baño a las piezas nos metemos otra vez prisa para mojarlas y empanarlas en una segunda vuelta, como cuando Adriana se revuelve y te da en la nunca. Lo suyo sería reservar los trozos en la nevera, pero estamos agobiados de tiempo y el asunto de tres en tres piezas los freímos con aceite de oliva de Andújar, unos cuatro minutos por tanda.

Entre fritada y fritada ya deberíamos tener preparado el primer plato: espinacas a la crema. Sofreímos sin descanso en una sartén una cebolla con un par de dientes de ajo hasta que estén pochadas (la cosa anda a contrarreloj, la cebolla picada la ponemos cinco minutos en el microondas). Añadimos con ansia medio kilo de hojas de espinacas frescas y agregamos un envase de leche evaporada, así, del tirón. Sazonamos mientras se liga y en unos ocho minutos tiene que estar listo.

Nos llama Adriana al timbre. Y se cuela con cuatro miembros del COI que se autoinvitan. Ya estamos de los nervios y deberíamos ya tener en marcha los satays de atún rojo. Un plato principal ligerito, con inspiración oriental que seguro que le gusta a nuestra medallista, al entrenador y a los colados. Hacemos un aliño con salsa de soja, ralladura de limón, jengibre rallado, cacahuetes troceaditos, sal, unos granos de anís. El atún troceado en dados para las brochetitas debería estar marinándose unas cuatro horas en el frigorífico. Pero qué le vamos a hacer, no tenemos tiempo, bañamos y ponemos en la plancha un par de minutos y envolvemos las brochetas en cogollos de lechuga y hojitas de hierbabuena.

De postre, que la cosa corre anda con bulla, medio kilo de fresas congeladas, dos yogures griegos azucaradas y a la batidora. En un par de minutos tenemos un helado que ya quisiera un ciclista italiano. Lo servimos todo en dos patás con unas cervezas ligeras. Brindamos por el taekwondo.

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