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Análisis

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Una era de bajos tipos de interés

Los bajos tipos de interés han llegado para quedarse. Los bancos centrales han tenido que hacer una pausa en el proceso de subidas de los tipos de interés al no conseguir el objetivo que perseguían: aumentar la inflación hasta el 2% y fortalecer el crecimiento.

La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) tras cinco subidas del tipo de interés hasta el 2,5%, y ante la desaceleración de la economía está reflexionando sobre sí ha llegado a su límite. Hace tan sólo unos meses anticipaba cuatro subidas del 0,25% en 2019.

El Banco Central Europeo (BCE), tras finalizar su programa de inyección de liquidez (QE) en diciembre de 2018, se preparaba para la subida del tipo de interés de referencia a finales de 2019. La fuerte desaceleración de la Eurozona ha cambiado sus planes. Italia ha entrado en recesión. Alemania con un crecimiento del -0,2% y del 0% en los últimos trimestres se ha quedado muy cerca. Francia, Inglaterra y España languidecen. Un 65% de la Eurozona está al borde de la parálisis y la inflación (1,4%) se está alejando del objetivo del 2%.

Con gran probabilidad el BCE retrasará la subida del tipo de interés hasta 2020. El Bundesbank opina que Alemania se recuperará en el segundo semestre de 2019 y también Francia. De no ser así la subida de tipos habría que posponerla hasta 2021. La repentina y brusca desaceleración ha sorprendido a los bancos centrales y está dificultando la normalización de la política monetaria. En el mes de junio el BCE anunciará una nueva financiación a la banca, condicionada a la concesión de créditos (TLTRO).

En fin, todo parece indicar que las políticas monetarias no convencionales y los bajos tipos de interés han llegado para quedarse. Probablemente no volveremos a ver los altos tipos de interés de hace una década. Lo cual es bueno para las empresas y las familias.

Por el contrario tiene un efecto perverso sobre la rentabilidad y la solvencia de la banca. Pero no nos engañemos, una política monetaria expansiva, de tipos de interés próximos a cero, mantenida durante mucho tiempo, provoca efectos colaterales muy adversos: burbujas en las bolsas y en los mercados de renta fija e inmobiliarios, excesiva asunción de riesgos de la banca e incremento del apetito por el endeudamiento de los gobiernos.

Con muy bajos tipos de interés se produce una mala asignación de los recursos, baja productividad y se acometen inversiones de reducida rentabilidad y excesivo riesgo, que en condiciones financieras normales se hubieran rechazado. Fenómenos que actualmente estamos observando tanto en el sector público como en el sector privado.

La razón de fondo es que estamos entrando en una era en la que el tipo de interés real natural ha descendido hasta valores próximos cero o negativos. Lo cual está relacionado con el exceso de ahorro global, el declive de la inversión y la pobre evolución de la productividad. Y que tiene también relación con el envejecimiento de la población, el alto endeudamiento, y el aumento de las desigualdades. En estas condiciones la política monetaria pierde gran parte de su eficacia.

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