La burbuja hotelera

Este modelo es el de la Sevilla sin sevillanos que se atisba en el futuro del casco antiguo

Antes de la Expo 92 ya se criticaba en Sevilla el exceso de nuevos hoteles. En las hemerotecas se pueden consultar declaraciones sobre este asunto. Algunos hoteles cayeron en el 93, a otros les faltó poco y los demás sobrevivieron. El Barceló de la Cartuja (antaño Príncipe de Asturias) fue el gran hotel de cinco estrellas heredado de la Expo. Después vinieron años de pensarlo mejor. Sin embargo, ahora, rara es la semana en la que no se anuncia un nuevo hotel de cinco estrellas en Sevilla. Aun así, ha llamado la atención la adquisición de la antigua sede de Abengoa como inversión para construir un hotel de lujo.

Es un símbolo perfecto del modelo económico por el que se apuesta: aquí caben más turistas de calidad. El edificio de Luis Montoto y la Buhaira dejó de ser el centro operativo de una gran empresa sevillana y se quedó sin uso. Ha sido adquirido por el grupo Salvo Global Property, de los hermanos sevillanos Delgado García y el inversor mexicano Álvaro Torres, con el objetivo de negociar la instalación de un hotel de cinco estrellas. Otro más, se podría decir, como el Banco de Andalucía; o las ofertas para la Comisaría de la Gavidia.

El hotel de lujo en el antiguo edificio de Abengoa confirma un cambio de modelo. En otros tiempos compraban las casas palacios, las derribaban y construían grandes almacenes. Ahora se ha llegado a la conclusión de que es preferible levantar hoteles; y si es posible a un precio mínimo de 300 euros la habitación. Poco a poco, después del soterramiento de la vía del tren en San Bernardo, los territorios apetecibles del centro se han ensanchado hasta Nervión. Y han llegado al edificio de Abengoa. En el entorno de la Buhaira y Luis Montoto existen otros hoteles de buen nivel, de los que fue pionero Los Lebreros desde los tiempos del Ruiz-Mateos hotelero. Entonces ni siquiera estaba construida la estación de Santa Justa.

¿Eso es bueno o es malo para la ciudad? Eso es lo que hay. De la burbuja inmobiliaria se está pasando a la burbuja hotelera que el Ayuntamiento tolera y promociona. Una burbuja con calidad. Pero este modelo es el que compromete la Sevilla sin sevillanos que se atisba en el futuro del casco antiguo. Casi todo lo que se rehabilita o se reconstruye en el centro es susceptible de reconvertirse en nuevo hotel de cuantas más estrellas mejor, o en apartamento turístico más baratito, que también los pobres salen de excursión y tienen madre.

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