Verdaderamente triste me parece lo que ha ocurrido con Eduardo Berizzo. De paso, ha dejado al descubierto la hipocresía de nuestro fútbol. Lo han echado de su trabajo, y se ha quedado en el paro, cuando apenas habían pasado tres semanas de su operación de un cáncer de próstata. Casos como éste nos sirven para valorar mejor la gran labor que realizan las mujeres en las asociaciones de afectadas por cáncer de mama. ¿Se imaginan el escándalo que se hubiera montado, si echan de su club a una entrenadora deportiva recién operada de cáncer de mama? ¿Qué diría Susana Díaz? Con Berizzo se ha extendido una cortina de cobardía y complicidad. Es uno de los motivos por los que el cáncer de próstata es asumido por muchos hombres en silencio. Al menos, se ahorran el falserío de los hipócritas.

¿Dónde están los de las campañas tuiteras? Esos de #Aguante Toto y #Fuerza Berizzo. Pocos protestaron cuando lo echaron. Se ha visto que la fuerza no le ha servido al Toto para aguantar. Sin entrar en detalles, el despido no tiene justificación (aparte de las causas inhumanitarias), porque el Sevilla está clasificado para octavos de la Champions League, sigue en la Copa del Rey, y en la Liga no va tan mal.

Por la boca muere el pez. El 28 de noviembre el Sevilla FC emitió un comunicado en el que decía que Berizzo "ha sido operado con éxito del adenocarcinoma de próstata". Y añadía que el periodo de recuperación dependería de la evolución del posoperatorio. Entonces se esperaba que Eduardo Berizzo volviera a entrenar, ya recuperado, en enero de 2018. Sin embargo, se incorporó antes. Fue destituido en las vísperas de Nochebuena, tras regresar de San Sebastián, a donde viajó en tren, para evitar los riesgos del avión.

El cáncer de próstata carece de la buena imagen de otros tumores, quizá porque en un porcentaje de casos (estimado en torno al 30%, más o menos, según los estudios) origina secuelas como incontinencia e impotencia. Philip Roth, el gran novelista americano, ha descrito muy bien las consecuencias psicológicas del cáncer de próstata, en algunas de sus novelas, como Sale el espectro, por su experiencia propia y la que le adjudica a su álter egoNathan Zuckerman. Sin embargo, en su obra no aparece un entrenador destituido cuando había pasado menos de un mes de la operación, y había precipitado el regreso.

Aguante, Toto. Fuerza, Berizzo… Y olvide lo ocurrido. Ha sido una vergüenza.

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