TRÁFICO Cuatro jóvenes hospitalizados en Sevilla tras un accidente de tráfico

Los seres humanos resultamos estúpidos al darnos tono con conocimientos o talentos más o menos bastos y vastos. El ego, el orgullo, brota al nacer y es una sombra para toda la vida. Algunos lo maquillan, por ejemplo, con la moneda más corriente, la falsa modestia (aborrecible cara b de la vanidad), y otros (los menos) optan por la crudeza, como John Lennon: "Si ser egomaníaco significa creer en lo que hago y en mi arte o música, entonces respeto que me llames así. Creo en lo que hago y lo diré".

El genio estaba en su derecho. Sus incomparables creaciones musicales (el que no se emociona con los Beatles o es de piedra o está sordo) le daban carta blanca para venirse arriba hasta el engreimiento. Tres cuartos de lo mismo pasa -guste o disguste- con Pablo Iglesias, una figura que pasará a la historia con su creación política, pese a que esté pasando de hipnótica a flipada y de que su asalto a los cielos parezca reducido a egos que vuelan demasiado alto, el del megalíder con más indisimulado narcisismo para empezar.

El cartel en el que anuncia su vuelta tras su permiso por paternidad (parece un resucitado) o es una broma pesada de su equipo de comunicación o Iglesias tiene al enemigo en casa. Los ataques que ha desatado la imagen no obedecen a su proverbial mesianismo, sino a dos letras torpemente resaltadas que la desfiguran hasta caer en la marea machista que nos sigue anegando.

La polémica con Mariló Montero ayudó lo suyo a etiquetarlo (el deporte nacional, muy por encima del fútbol) como tal. No me lo parece un aspirante a presidente del Gobierno (no hay ni una mujer, ya os vale también PP, PSOE, Cs, PDeCAT, ERC, etc.) que se retira de la primera línea política para cuidar de sus hijos. O que no tiene reparo en colocar a su mujer como portavoz parlamentaria, apechugando con irrisorias acusaciones de nepotismo, como si ser la pareja de fulanito fuera un tapón para progresar y una limpia cuerda para trepar (corríjame si me equivoco ex alcaldesa Botella).

Iglesias (estigmatizado, entre otras cosas, por su ego y su hiperliderazgo) quizá deba ceder el paso a una mujer. Lo que dicho así, con el feminismo y el personal hipersensibilizados, a algunas/os les sonará a condescendencia. País...

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