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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

El cordón del PP andaluz al PP y las 'manifakes' sanitarias

Diez negritas.

Diez negritas. / M. G.

Desde la distancia, desde el sur, no reconocemos a nuestro partido", dijo Elías Bendodo gráficamente. Los populares andaluces, particularmente desolados ante el descalzaperros de los dirigentes capitalinos por razones obvias, han apostado por aislarse, convirtiendo Despeñaperros en una frontera. El presidente andaluz –"unidad, unidad, unidad"– refuerza la marca Andalucía antes que las siglas: "Me apasiona trabajar por Andalucía, no me interesa otra cosa que no sea Andalucía, no me interesa ningún ruido que haya, no me interesa ninguna cosa que sea ajena a mi tierra. Y, por tanto, todo lo demás no me importa. Lo que me importa es trabajar por Andalucía y por los andaluces". Juanma Moreno ni siquiera se ofrece como referente en el conflicto al modo de Feijóo, sino el aislamiento al modo británico. El mensaje es que esto no va con nosotros.

El problema, claro, es que esto va sobre su partido, y todo dependerá de la incapacidad para cerrar rápido el desastre: va a ser catastrófico, y sólo está en cuestión hasta qué punto de catastrófico en función de su duración. El propio portavoz apelaba a eso: "Espero que le den una solución más bien pronto que tarde y se den todas las explicaciones que se tengan que dar por el bien de todos". Ayuso y Casado miden sus tiempos despreciando a los suyos en el resto del país, y sobre todo en Andalucía. Por demás, es obvio que éste es un asunto no estalla por una comisión que lleva meses circulando aunque aún sea de recorrido incierto. Se trata de la lucha descarnada por el poder. Casado empujó Castilla y León para coger viento de cola y mostrar que la marca ganadora era PP, sin Ayuso; el revés de Castilla y León, a pesar de la victoria, hizo a Ayuso maniobrar rápido en Madrid; esto provocó que Casado rescataran el dosier de la comisión; y a la vez se filtró el espionaje... Manual de cómo destruir, o al menos cómo hundir su marca reputacional.

Esto es algo que la oposición no va a dejar pasar. Si ves a tus rivales noqueados, no vas a dejarlos caballerosamente que puedan reaccionar y levantarse mientras tú te apartas según las normas del box del Marqués de Queensberry. La política, ya se sabe, es bastante más innoble que el boxeo. Eso sí, hay otra regla básica: si tu rival ha optado por suicidarse, no te manches las manos tú. Lo del PP es tan grave, que la oposición en Madrid se ha apartado en buena medida haciendo un corro para que se despedacen allí a la vista de todos, rodeados de cámaras y en el prime time. En Andalucía, por las urgencias electorales, no han resistido la tentación, y se han lanzado al totum revolutum de corrupción, espionaje y todo lo que se terciara, como hizo Toni Valero.

Juan Espadas prefirió, claro, cargar contra Juanma Moreno, que es su objetivo: "No sabe muy bien si es de mamá o papá, de Casado o de Ayuso". Hurgó a gusto en la herida; eso sí, asumiendo también el riesgo de que le recuerden que él estuvo con mamá Susana Díaz en la operación sangrienta en que rompieron el partido con aquel comité federal de la urna golfa de Pedro Sánchez detrás de una cortina . En todo caso, la oposición ha actuado como se espera de la oposición, sobre todo si ha de recurrir a todo para remontar. Celebrar los problemas del rival es lógico. Otra cosa es caer en una visión chusca. Como ha advertido Felipe González: "Si alguien se alegra del lío del PP, que pierda toda esperanza, es un lío para todos". Algunos no entienden que, más allá de la abstención, los desastres en los partidos centrales centrifugan voto hacia los extremos.

El Gobierno andaluz, desde la sacudida de Murcia, cuyos efectos todavía colean hasta servir incluso de coartada a lo de Castilla y León, ha mantenido sistemáticamente la lógica del encapsulamiento. Ahora repiten lo que presidente y vicepresidente dijeron formalmente un año atrás en el Parlamento. Bendodo: "Andalucía sigue y seguirá encapsulada. Este Gobierno se mantiene unido, firme y cada vez más fuerte. Yo creo que este es el Gobierno de coalición más estable de la historia de la democracia". Desde luego, no hay antecedentes. Otro tanto Juan Marín: "No busquen otro Gobierno como éste porque no existe en este país". Insistió el vicepresidente también en el "encapsulamiento" de este Gobierno "leal y estable" respecto a lo que suceda en el resto de España. Todo esto, sin embargo, devuelve inevitablemente a la agenda extraoficial la idea de un Andalucía Suma apartándose de las marcas PP y Cs. Entretanto, la consigna es aislarse y poner en valor la gestión.

La 'manifake' de sanidad

Las manifestaciones de los sindicatos, que en su intercambio natural de favores con el PSOE vienen trabajando para promover una marea blanca que inunde la precampaña, ayer tuvieron un balance desigual de poca tralla. Según la regla que me enseñó un viejo secretario de CCOO: "Si reunimos 5.000, siempre se le añade un 0". Es verosímil que ayer fuesen 7.500 entre las ocho capitales. El Gobierno central de PSOE-Podemos estimó 19.000, así que es razonable irse a la mitad. Algo de movimiento sí tenía que haber, porque CCOO y UGT habían tirado la casa por la ventana y habían logrado sumar a la coordinadora andaluza de la memoria histórica o las ONG del Desarrollo, por supuesto con los alcaldes del PSOE o Unidas Podemos poniendo incluso autobuses y usando los medios institucionales para darle fuelle. El mismo Kichi que ha sacado el carnaval o el 28-F del calendario por la pandemia, andaba agitándola. No es raro que prevaleciera el pancarteo político sobre el descontento cívico.

No es fácil entender que pudiendo hacer una manifestación sobre los problemas reales de la atención primaria, que existen, los sindicatos y la izquierda política apostasen por un tremendismo apocalíptico muy alejado de la realidad. Las cuñas que los sindicatos han hecho percutir toda la semana en las radios y las redes eran de un agit-prop burdo: "Tienes miedo a enfermar porque es imposible que un médico te vea a tiempo, la sanidad pública es tu derecho. No permitas que acaben con ella" firmaba CCOO; y "la sanidad pública está en peligro. El Gobierno andaluz la quiere privatizar. La Atención Primaria está desbordada y cada vez hay menos profesionales. Las listas de espera son interminables y se cierran centros de salud", UGT de Andalucía. Demasiadas mentiras en cuñas tan cortas. No hay privatización ni recortes. Los datos existentes.

La legitimidad para convocar va de suyo, y siempre cabe reivindicar que sea mejor un servicio público. La legitimidad para mentir es otro asunto. Incluso Espadas habló en el comité de salvar la sanidad pública. Sal-var-la-sa-ni-dad-pú-bli-ca. En fin, nadie va a rasgarse las vestiduras por ver a un político de la oposición haciendo un relato falso para tratar de conmover al votante, pero se requiere cierto cuajo para ciertas proclamas después de la herencia sanitaria que dejó el PSOE en 2018.

El consejero Jesús Aguirre se lamentó de la politización de estas manifestaciones con "un corte político clarísimo lideradas por los ayuntamientos y diputaciones del PSOE", aprovechando el impacto de la sexta ola, que ha colapsado, claro, los centros de todas las comunidades y todos los países europeos. Pero esto es política. Y en la política, como en la guerra –aunque sea "guerra sucia", como matizó Bendodo– vale todo.

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