Suben los tipos de interés y, aunque las perspectivas de inflación se moderan para el próximo año, no se espera la relajación de las condiciones financieras. La mayor preocupación se centra en las hipotecas y en la deuda pública. Es lógico. A los hipotecados se les complica en exceso llegar a final de mes y la deuda pública nos cuesta unos 30.000 millones de euros anuales, que es más que el déficit del sistema de pensiones en 2021. Además, se anuncia el retorno a la disciplina fiscal en Europa. Será condescendiente con la situación de cada país, pero también implacable con los incumplidores. Pero la toma del pulso financiero al país obliga también a considerar la deuda de bancos, empresas y del conjunto de los hogares, incluidos los no hipotecados.

La cuenta financiera de la economía española nos dice que los activos en manos españolas ascendían a 12,1 billones de euros en el segundo trimestre del año y los pasivos a 12,9. Vemos que, si hubiese que hacer frente a las deudas, no bastaría con cobrar lo que nos deben. Habría que buscar 0,8 billones adicionales. Son cuentas no consolidadas, es decir, sin compensar lo que nos debemos unos a otros, que en total asciende a 9,4 billones. Añadamos los activos que tenemos en el exterior, es decir, lo que nos debe el resto del mundo (3,4 billones), y los pasivos exteriores, es decir, lo que debemos (2,6 billones) y tendremos una visión global del estado de nuestras finanzas como país. Puede que alguno se sorprenda, pero el resultado es positivo en 15.743 millones de euros. No es mucho, pero es lo habitual. El ahorro de los hogares y el balance financiero con el resto del mundo permiten cubrir el endeudamiento de las empresas y de las administraciones, que son los que más deben.

Las empresas son las más endeudadas. En total 1,6 billones de euros, que es más que todo el PIB español (1,2 billones), aunque no demasiado preocupante porque la partida más importante (también por 1,6 billones) es el valor de las acciones y otras formas de participación en capital que figuran en el pasivo de sus balances. El otro gran deudor es el estado, cuyo saldo financiero con la economía española asciende a 1,1 billones, aunque el volumen total de deuda pública se aproxima a 1,5 billones. También para bancos y otras instituciones similares el saldo entre activos y pasivos financieros se cerró en negativo en el segundo trimestre del año, aunque en cuantía muy reducida (-41.000 millones de euros) y por primera vez en varios años.

El gran sector acreedor es el de los hogares. Sus activos (2,7 billones de euros) superan en 1,9 billones a sus pasivos y están básicamente formados por participaciones en el capital de las empresas (acciones y similares) y fondos de inversión (1,15 billones) y por efectivo y depósitos bancarios (1,1 billones). Con estos datos la ecuación financiera de la economía española queda casi completa. La mayor parte del endeudamiento de las empresas y de las administraciones públicas españolas se financia con el ahorro de los hogares. Lo que falta, los 0,8 billones a los que antes se hacía referencia, lo pone el resto del mundo. Es la diferencia entre activos y pasivos frente al exterior.

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