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El desastre del transporte... tan María Jesús Montero

María Jesús Montero, en una comparecencia reciente

María Jesús Montero, en una comparecencia reciente / Fernando Alvarado / Efe

Para estar donde estábamos hace casi dos semanas –paro en un sector estratégico con efectos colaterales en muchos sectores, ERTE, inflación, cientos de millones en pérdidas en el peor momento– hace falta haber cometido un error mayúsculo de gestión de crisis desde el Gobierno. Así ha sido. La reacción ninguneando la representatividad hasta que ha sido demasiado tarde, la descalificación ideológica de la protesta y el desdén por sus mensajes desde la peana, ha provocado un serio quebranto para la ciudadanía y para el país. Y resulta sencillo ver ahí el sello María Jesús Montero. Cómo no recordar las movilizaciones sanitarias en Andalucía, con Spiriman, después de las fusiones hospitalarias. Allí estaban los tres argumentos: que si movimiento no representativo, que si operación de la derecha, que si desprecio por las protestas desde la soberbia de quien cree que el poder da la razón. Demasiado parecido a lo sucedido con Plataforma y los camioneros que trabajan a pérdidas.

Nadia Calviño, con la perspectiva del desastre que ella sabe bien el altísimo coste que va a tener, ha negado que el Gobierno hubiera descalificado el movimiento de protesta vinculándolo a la ultraderecha, o más bien que no le constaba. Pues bien, sucedió no una ni dos veces, sino tres. La ministra del ramo, Raquel Sánchez: “Este boicot organizado por sectores minoritarios de ultras, apoyados en muchos casos por la ultraderecha”. La portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, en un acto con Juan Espadas en Sevilla: “parece orientada precisamente por los posicionamientos de la ultraderecha”. Y María Jesús Montero, ya sin matices, sin un “parece”, a calzón quitado: “La ultraderecha está utilizando, desde luego, y alentando y animando, estas protestas para provocar inestabilidad”, añadiendo que no iban a permitir que se mantenga este boicot alentado claramente por la ultraderecha que coquetea con las aspiraciones de Putin. Spiriman II Parte.

Finalmente Moncloa ha dado orden de acabar con el desastre, y todavía tras anunciar el acuerdo “histórico” (mismo adjetivo para la oferta de 500 millones, y de 1.000), la ministra ha tenido que claudicar y recibir a Plataforma asumiendo que han sometido al país a una tensión social, a pérdidas importantísimas a golpe de sostenella y no enmendalla con una versión por demás absurda, toda vez que genera una profecía autocumplida: si sostienes que la protesta es de la ultraderecha, y la protesta tiene éxito, proyectas que la ultraderecha le ha doblado la muñeca al Gobierno. Es exactamente el error con Spiriman. Cuando se acusaba al PP de mover aquellas mareas, y en el PP ironizaban asombrados: “¡Ya quisiéramos nosotros ser capaces de sacar a sesenta mil personas! ¿Cuándo lo hemos hecho?”. Le han dado a Vox un protagonismo y un éxito por pura soberbia.

Todo este error tiene el sello MJMontero, aunque esa clase de miopía en el poder no sea exclusiva suya en este o cualquier otro gobierno. Además del caso paralelo de las mareas blancas, por el que muchos en el PSOE andaluz atribuyen a la ministra de Hacienda la espiral para la pérdida del poder, a María Jesús Montero se le ha visto reiteradamente esa inclinación a pensar que sus consignas están por encima de la realidad, dispuesta a negar ésta sin miramientos en muchas ocasiones, como con el IVA de las mascarillas o con el superávit de los ayuntamientos. Y la realidad siempre acaba por abrirse paso.

Unicaja, a qué estamos esperando

El proyecto de la Caja Única, fomentando las fusiones entre las cajas andaluzas, acabó tristemente en una Única Caja. Paradójicamente llamada Unicaja. A la invitación apremiante del último Gobierno Chaves, la mayoría de gestores políticos de las cajas prefirieron pactar fuera de Andalucía antes que con otra caja andaluza mayor: la miopía provinciana unida al populismo provocó aquel desenlace. Algún destacado presidente de caja ha contado, no obstante, que también desde la Junta a veces cometieron el error de priorizar intereses del partido en otras comunidades. En fin, sólo Unicaja conservó su entidad y su identidad con la buena gestión de un malagueño de Marchena llamado Braulio Medel, que ahora es el Enemigo Público número 1. Desde la Fundación Unicaja, con el mayor paquete accionarial y cuatro asientos en el consejo, está sometiendo a la caja a un estrés peligroso al apoyar al bloque asturiano del minoritario Liberbank subvirtiendo los pesos desde la ceguera del fulanismo.

Esta semana el Parlamento andaluz ha votado solicitar a la ministra Calviño que Medel sea cesado. Desde el Gobierno andaluz también creen que no cabe contemporizar más. Elías Bendodo le recordaba la importancia de saber irse, señalándole la puerta de salida, tras encajar la traición del ex árbitro Antonio Jesús López Nieto, al que Medel premió con la presidencia del club de baloncesto y ejerce de voz de su amo. El presidente andaluz, visiblemente irritado, advirtió que San Telmo será “terriblemente beligerante” con el vaciado de Unicaja, y añadió Juanma Moreno que “el Gobierno andaluz no tiene capacidad para decidir la idoneidad o no del presidente de la fundación bancaria, pero la vicepresidenta económica sí la tiene. ¿A qué estamos esperando?”. A-qué-es-ta-mos-es-pe-ran-do.

No ha habido que exclamar Quousque tandem abutere, Nadia, patientia nostra? porque Calviño ha reaccionado con una carta demoledora expresando “serias dudas” sobre “la necesaria idoneidad y honorabilidad” de Medel para desempeñar sus funciones. Da dos meses para que se haga un informe independiente. Pero lo esencial es que el Protectorado de entidades bancarias advierte que tiene facultad para impugnar y que remitirá a la Fiscalía cualquier indicio de ilícito. En el escrito enviado al Banco de España y al Banco Central Europeo se destaca que la información que solicitaron a principio de año a la Fundación “pone de manifiesto un deterioro de la gobernanza” en la presidencia de Medel. Así está la cosa en la gran caja andaluza, quinta entidad de España.

Los dos grandes partidos han ido a tientas, previsiblemente por temor a añadir sacudidas peligrosas, y la mayor determinación ha venido de Izquierda Unida, o Unidas Podemos, y después de Vox. Pero no caben miramientos. La idoneidad de Medel está seriamente en entredicho por Gobierno, Junta, Diputación y Ayuntamiento; por la Comisión Nacional del Mercado de Valores, Banco de España y Banco Central Europeo con desconcierto; por entidades territoriales, patronos, medios, sociedad civil... Es posible que a Braulio Medel, frisando los 75, ya lejos de casi todas las pasiones humanas, le esté resultando incluso apasionante desafiar al sistema en una última cruzada. Esto no es juego. Pues eso: ¿a qué estamos esperando?

Griñán sale del armario

“Chaves y yo pasamos a ser unos cadáveres políticos que nadie querría tener en su armario” escribe José Antonio Griñán, ex presidente andaluz, en su libro Cuando ya nada se espera (Galaxia Gutenberg), donde sale de ese armario entre la memoria, el ensayo y la autoficción. Estos libros rara vez se escriben para ajustar cuentas con los hechos; más bien para ajustar cuentas con algunas personas. Griñán está motivo casi siempre por buenos sentimientos, aunque ese no suele ser el material de la verdad.

El ex presidente andaluz es un hombre intelectualmente sólido, a veces con la tentación de andar sobre las aguas del Guadalquivir, que trata de poner las cosas en su sitio. Exactamente “su” sitio. De momento ha trascendido mediáticamente un episodio menor, aunque no para él: la supuesta confesión de un dirigente popular diciéndole “estás muy equivocado; a ti no te jodió Zoido, sino Javier Arenas”. Estos episodios apócrifos tiene un riesgo: si no resultan verosímiles, transmiten pérdida de credibilidad a todo el libro. Por demás, aparte de relatar a sus hijos que la aventura política es noble y vale la pena, para la ciudadanía queda el blanqueo imposible del escándalo de los ERE por el que ha pagado un alto precio, y aún pagará más. No es un asunto que pueda enfocarse sosteniendo que él no se llevó nada, porque además es incierto: asegurarse el poder con un sistema clientelar es un modo de llevarse algo importante, él y todos los implicados. De cualquier modo, el escándalo ciertamente trasciende a sus actores, pero el relato preciso de la inercia política colectiva que llevó a construir ese desastre, con todas sus implicaciones, es lo que está pendiente.

El secreto al hacer memoria –escribía Roger Martin du Gard, aquel extraño Nobel de Literatura con un puñado de libros sobre Los Thibault– está en saber elegir lo que debe olvidarse. El maestro Manuel Alcántara, dotado de una gran sabiduría arábigo-andaluza, nunca dejaba de repetir “se necesita muy buena memoria para llegar a olvidar”. Para otros condenados a la espera de que el Tribunal Supremo se pronuncie en unas semanas, no es momento de agitar el asunto; para Griñán hay una condena de cárcel amenazante. Y eso seguramente eso explica que él haya preferido anticiparse a ofrecer su relato antes de la sentencia firme.

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