La dificultad de una izquierda entre constitucionalistas y cacerolistas

Esta semana Teresa Rodríguez y Gómez de Celis se enzarzaron esta semana en Twitter.

Diez negritas.

Diez negritas.

Hay perlas en el último párrafo de las crónicas, como se aprende en Josep Pla, pero también en el sexto tuit de un rifirrafe en redes sociales, cuando el hilo ya parece prolongado artificialmente por la desidia del confinamiento. Sucedió esta semana entre Teresa Rodríguez, líder de Adelante Andalucía, y Gómez de Celis, vicepresidente del Congreso, referente del sanchismo en Andalucía. La anticapi lanzó más de doscientos caracteres al mentón de Celis, como un crochet seco Tyson, acusándolo de retirar la exigencia de una diputada de juzgar a los Borbones para recupera dinero público. Ahí se iniciaba el pugilato por supuesto sin las normas del marqués de Queensberry.

Gómez de Celis, con corrección, explicó que había retirado el término “ladrones” como establece el reglamento. Teresa Rodríguez insistió acusándole de censurar una campaña de sanitarios en redes. Celis trató de apaciguarla razonando que el Congreso no puede ser una proyección de Twitter, y que más vale desescalar verbalmente y pensar en los ciudadanos. Respuesta de la líder de AA: el PSOE no piensa en los ciudadanos, sino por los ciudadanos, sobre todo respecto a la monarquía. Celis, ahí, para templar, alude al pacto constitucional con el PCE, y dice “creo que a ti y a mi nos unen muchas más cosas de las que nos separan. Seguro que nos encontráremos”. Pero Teresa se remite a la Liga Comunista Revolucionaria (LCR): “no participaron en las renuncias de la Transición”.

Por supuesto, no se trata de la bronca de la monarquía, tan previsible como obvia. Para todo el podemismo es un fetiche ideológico, hasta el punto de creer, absurdamente, que democracia es sinónimo de república, cosa que no puede acreditarse ni en la Historia de España ni en la Historia del Mundo, como tampoco la contraria. De hecho, Teresa Rodríguez fue muy activa en la cacerolada alentada por Podemos contra el Jefe del Estado desde el Gobierno, todo un hito aunque después Vox les haya mimetizado las caceroladas. Pero el punto clave de todo estaba en el sexto tuit cuando Celis dice: “nos encontraremos”. El PSOE ha entendido que en la dinámica de bloques, con un sistema polarizado en el que se ha impuesto por la izquierda el Gobierno Frankenstein –como lo definió Rubalcaba–, el PSOE sólo puede hacer mayorías seguras con Podemos. Y tendía la mano. Pero enfrente no está Iglesias, un político pragmático, sino Teresa Rodríguez, con una larga trayectoria de rupturas hasta llegar ahora a romper con Podemos. Celis buscaba un guiño y se encontró con un contragolpe.

En AA hay animadversión hacia el PSOE, y mucha, hasta refutar el pacto de Gobierno en Madrid; pero con un añadido: hacia la líder del PSOE andaluz, Susana Díaz, no es animadversión sino directamente hiperaversión. Y viceversa. Otra cosa es dialogar desde la cordialidad irónica de Inmaculada Nieto y hasta la bonhomía de un anticapi como José Ignacio García Sánchez, pero un entendimiento de Teresa Rodríguez y Susana Díaz es inimaginable incluso en una galaxia muy lejana… Claro que es probable que Gómez de Celis estuviera pensando en otro nombre socialista, no precisamente en Susana Díaz, a la que siempre ha dado por amortizada incluso una vez que ella se ha convertido en capitana de la barra brava del sanchismo.

El Gobierno andaluz se siente en una posición confortable, aunque acabado el mando único haya mostrado una cierta inseguridad que la oposición no ha dejado pasar, claro. Pero Juanma Moreno ha consolidado estos meses un espacio central que le han reconocido incluso líderes nacionales de la izquierda. Desde ahí, confía en ver la erosión de un PSOE cada vez más irreconocible para su clientela. Está por ver, claro. Entretanto ya han recuperado a Bendodo con la actividad parlamentaria –su respuesta sobre la romería de la Virgen de la Cabeza ha sido hit de la semana en WhatsApp– después de que Juan Marín se quedase con el papel de hombre duro durante la crisis. Eso no significa que en Andalucía no haya populares de perfil montaraz, como Eloy Tarno que días atrás identificaba las mascarilla “del Gobierno socialcomunista” con una foto de encapuchados de ETA, pero no representan el discurso oficial. Asunto éste, por cierto, que puede empezar a preocupar a Marín: el discurso de su partido se ha suavizado, e incluso Garicano pide una tregua de seis meses para centrarse en la reconstrucción nacional, pero Marín mantiene una hostilidad sin apenas modulación con el PSOE de Susana Díaz.

Con todo, la izquierda andaluza ve cómo su discurso del trifachito y la ultraderecha contra Moreno choca con la realidad. Nadie, más allá de los militantes conspicuos, ve eso en Moreno. Pero su mayor handicap ahora mismo, a falta de fijar un discurso –que es algo más que largarse de la Mesa de Reconstrucción– es precisamente que una izquierda dividida y debilitada no augura grandes objetivos, y esa izquierda va a dividirse y debilitarse mucho más con la operación de Adelante Andalucía. Ahí, claro, apuntaba el guiño de Celis a Teresa Rodríguez, por más que un relevo en el socialismo andaluz ahora está más lejos que al empezar el año. La respuesta de Teresa Rodríguez al guiño, por demás, fue un gif de unas bolinas que se llevaba el viento… como las palabras, palabras, palabras. Así está la cosa.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios