Carlos Navarro Antolín

El dulce legado de la alegría de María Díaz Cañete

07 de octubre 2024 - 03:08

Hay personas que al morir dejan el ambiente enriquecido con la paz que generaron en vida, como si dejaran dibujada una sonrisa en quienes conocieron y trataron. Gente buena, positiva, de condición sencilla. Se mueren y al marcharse de esta mundo conocemos un legado sorpresa que encaja a la perfección con una forma de ser en vida. La parlamentaria sevillana María Díaz Cañete falleció a los 40 años. La Cámara andaluza quedó conmocionada. Días después de muerte llegó al Grupo Popular un paquete con exquisitas carmelas de una confitería de su pueblo, Lora del Río. Ella tenía por costumbre endulzar los días de sus cumpleaños con los que probablemente eran sus bocados preferidos. El otro día abrieron el último mensaje que dejó enviado, una misiva hermosa, rotunda y conmovedora que lo dice todo sobre este ángel que estuvo en la tierra y que dejó de forma prematura este mundo. María rogó a sus compañeros que se comieran los dulces, como tantas otras veces habían hecho juntos. Y que lo hicieran con una sonrisa en su recuerdo, que los disfrutaran al que igual que ella hizo en muchas ocasiones de celebración. Y, por supuesto, con la felicidad que ella sintió siempre en su etapa como parlamentaria. Así lo dejó dispuesto, así lo hicieron sus compañeros y así lo contamos. Quien se marcha de este mundo pidiendo que se sonría en su memoria está dejando clara su condición de persona buena y limpia de corazón. Fue feliz, quiere que sus compañeros lo sepan, que se coman las carmelas de su pueblo y que sean también felices. De este mundo no nos llevamos nada, solo dejamos las buenas obras. La sonrisa, la paz, el ruego de que seamos felices, el testimonio de lucha y unas exquisitas carmelas. Las carmelas de María. Dulce será su recuerdo para sus seres queridos y compañeros cuando el paso del tiempo vaya transformando el dolor en el homenaje perenne a su testimonio.

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