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Los amos del calabozo (la CUP) vuelven a la carga con energías renovadas chute de turismofobia mediante que les han procurado sus cachorros (Arran), demostrando que la cantera tiene más talento que la de La Masia, la del Barça, y que de ahí están condenados a salir no uno sino otros diez mesías, digo Messis, políticos.

El calabozo es el lugar donde estos chicos henchidos de autoconferida superioridad moral han encerrado a los representantes de esa burguesía catalana que con aire pavano sacaba concesiones al Estado sin prisa pero sin pausa de la mano del entonces honorable Jordi Pujol (PDeCAT, antigua Convergència), y que ahora miran espantados para otro lado mientras sus actuales costaleros en el Parlament se desenvuelven frenéticos y ajenos a tacticismos, como si no hubiera un mañana hasta el 2 de octubre, escupiendo fuego como dragones justicieros mientras llaman a "barrer el capitalismo, la corrupción, el patriarcado y la Monarquía".

Escupen fuego y odio, pero su pirotecnia verbal suena a fuegos artificiales y artificiosos. La campaña que presentaron ayer de cara al supuesto referéndum del 1 de octubre la ilustra un cartel en el que aparece una mujer (vaya, vaya) barriendo a Mariano Rajoy, al rey Felipe VI, a los ex presidents Jordi Pujol y Artur Mas o al cardenal Rouco Varela, entre otros. Como el torero Juan José Padilla o Rita Barberá, lo que retrata definitivamente la elegancia de estos artistas.

Si yo tuviera una escoba, cuántas cosas barrería... Tanta obsesión por la limpieza acaba haciendo un guarro del más pulcro. La suciedad tampoco tiene enmienda, pero estos patrioteros virtuosos pasados de revoluciones han interiorizado el absurdo de que en una Cataluña independiente florecerán gentes e instituciones modélicas que al mirarse en el espejo solo verán una arcadia. Una especie de tonto feliz que nunca se repondrá de su éxito de haber cogido por sus partes al enemigo, su socio ocasional para más inri.

Si yo tuviera una escoba barrería, por ejemplo a huevo, a los mediocres endiosados, una tarea que te puede dejar hecho polvo por eterna. En la Gran Vía, en la Diagonal y, por lo visto, en la CUP.

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