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Ni el mundo rural ni el urbano contemplamos una vida al margen de una tecnología que no para de avanzar y que atrapa entre sus redes a millones de personas. En esta vorágine de avance imparable a quien se resiste y se muestra reticente a participar al cien por cien le acaba resultando difícil encajar en la sociedad actual. DKiss ofrece los martes por la noche un docurreality sobre unos padres de familia numerosa que, por decisión propia, viven fuera de nuestro universo tecnificado. Tienen nueve vástagos de entre 21 y 6 años. Ellos son los Plath y el programa se llama Bienvenidos a Plathville. Kim y Barry decidieron hace más de veinte años educar a sus hijos al margen de la civilización.

¿Recuerdan la película El bosque, de M. Night Shyamalan? Pues este podría ser el punto de partida del formato. En aquel film, el cineasta reflexionaba sobre el terror, el miedo a perder seres queridos, a sufrir, al progreso... eso llevaba a aquella comunidad a aislarse. Al igual que ellos, este matrimonio se mudó a una granja en medio del campo, a kilómetros de distancia de cualquier atisbo de modernidad, para formar una familia numerosa. Pero ¿cómo son en la actualidad Kim y Barry y sus nueve hijos? La prole se ha criado y educado en casa, trepando árboles, atrapando insectos e ideando formas creativas de divertirse juntos sin la influencia de la televisión, las redes sociales y las modas; en definitiva, del mundo exterior.

El resultado es que estos jóvenes no conocen a Justin Bieber o Selena Gómez, ni han probado los refrescos de cola o visto un partido de fútbol en televisión y, por supuesto, no tienen ni idea de qué es Instagram. Pero sus padres defienden que esto favorece que estén más unidos entre ellos y más conectados con la vida real. Cuando se mudaron a la granja lo hicieron con el fin de criar a sus hijos en un ambiente protegido del caos del mundo moderno para inculcarles valores tradicionales. Parece increíble, pero cierto. Aunque difícil de entender en una sociedad en la que olvidarse el móvil en casa puede convertirse en una tragedia.

Pero, ¿qué ocurrirá cuando sus hijos crezcan y tomen sus propias decisiones? ¿Estarán preparados para enfrentarse a una vida que no es como la niñez que sus progenitores le han proporcionado? Esto es lo que muestra, al fin y al cabo, Bienvenidos a Plathville: cómo la singularidad acaba convirtiéndose en algo tan terrorífico como no ser singular. Para muchos la vida de esta familia sería la ideal, sin las complicaciones que nos hemos autoimpuesto y sin peligros. Otros la rechazan de plano porque el aislamiento en sí nunca puede ser positivo, pero quizás habría que buscar el término medio.

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