Análisis

joaquín aurioles

El fantasma de la concertación social

El Gobierno ha transitado desde su posición inicial y extrema de derogación inmediata de la reforma laboral a otra más moderada y razonable de eliminación de sus aspectos más dañinos. Es de suponer que se piensa en precariedad, salarios dignos o pobreza laboral, pero de la ministra del ramo se han oído expresiones tan altisonantes como "restablecer el equilibrio de las relaciones laborales", "devolver a los agentes sociales su poder negociador", buscar un "nuevo Estatuto de los Trabajadores" o "trabajar con una metodología que nunca se debería haber perdido: el diálogo social y el consenso".

Puede que sea fruto de mi imaginación calenturienta, pero me trasladan al nefasto modelo tripartito de concertación social del Gobierno de Zapatero (2010-2011) que hizo que la crisis golpeara al mercado de trabajo español mucho más duramente que al conjunto de la economía, que se destruyese mucho más empleo que en el resto de Europa y una muy elevada propensión a la formación de nichos de desempleo socialmente insoportables. Entre ellos, el de jóvenes y mayores de 45 años, el segundo de los cuales continúa su deterioro a marchas forzadas.

En julio de 2008 Gobierno, empresarios y sindicatos firmaron la Declaración para el Impulso de la Economía, el Empleo, la Competitividad y el Progreso Social, probablemente la última defensa fanática del modelo de concertación social. No consiguió mantener el tipo ante las sacudidas de la crisis y el Gobierno de la época decidió promover la reforma laboral de 2010, sin acuerdo con los interlocutores sociales. En septiembre de ese mismo año tuvo lugar una huelga general y en febrero del siguiente un último y desesperado intento de recuperar la concertación tripartita (el Acuerdo Social y Económico para el Crecimiento, el Empleo y la Garantía de las Pensiones). En un irrespirable clima de desencuentro, se insistía en la creación de empleo y en la defensa de la negociación colectiva y el diálogo social, pero la inutilidad del modelo y sus nefastas consecuencias económicas y sociales ya eran evidentes.

Con el cambo de Gobierno, el modelo tripartido concertación deviene en negociación bipartita, dando lugar al II Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (enero de 2012). Sindicatos y empresarios vienen a reconocer, de facto, que para para superar la crisis hay que quitarse de encima el lastre de la concertación social. Por primera vez se evitan referencias al sistema de pensiones y se acepta la necesidad de reformar la negociación colectiva con una orientación sorprendente, a la vista de las recientes declaraciones de la Ministra de Empleo: potenciar los convenios de empresa, frente a los sectoriales, incluyendo el descuelgue salarial, con el fin de conseguir moderación en el crecimiento de los salarios.

La concertación social ha sido una carga muy pesada para la economía española, pero sobre todo para el empleo y especialmente en tiempos de crisis. Superados los peores momentos de la misma, su fantasma vuelve a levantarse convocado por sindicatos y empresarios, ávidos de volver a participar desde el principio en la incipiente recuperación del pastel del bienestar.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios