En blanco y negro. Como la felicidad del grupo de amigas en la mañana del Jueves Santo más hermoso. No se perdió aquella plenitud de los días ni el cariño que se tuvieron. Fundido en negro en las naves de San Antonio Abad. Regresan a Sevilla, tan soñada, desde Madrid los que para nosotros y mi familia fueron siempre los hijos de Matilde. Nos conocimos, con algo de timidez, los que sabíamos desde mucho antes que éramos hermanos en los tramos de la vida. Y pronto comenzamos a poner en común proyectos de juventud nazarena. José Ignacio, más chico, aportaba uno de los valores que no solo no le han abandonado sino que le identifican: su alegría y naturalidad. Fundido en el compás de San Antonio Abad. Renovado abrazo en cada Madrugá con el paisaje de fondo del Dulcísimo Nazareno, resplandor a punto de agotarse al otro lado del arco del templo.

Hoy, los míos entregarán a los hermanos de blanco el cirio que les iluminará de toda tiniebla el resto de sus vidas. Qué acierto que la hermandad confíe la custodia de la luz a los niños durante esta semana. Serán renovadas en pocos días, las fotos de hijos con sus padres y -en este hoy de Dios- de estos que son padres con sus hijos. Ante la promesa dorada y rosa de la Sagrada Entrada.

Mañana volverá aquel chaval ilusionado por vivir la cotidianeidad de la hermandad de la familia -"somos del Silencio"- que tanto esperaban tus dos hermanos y tú. El misterio más hermoso de nuestra Semana Santa es que nada se muda ni nadie se pierde. Esa es la resurrección prometida tras su Buena Muerte. Y ese será tu pregón, José Ignacio. Aquel que comenzaron a escribir vuestros padres con su legado de vida. En la maleta abierta de tu corazón, estoy seguro que compartirás la razón de tu esperanza. Con la alegría de los ángeles juguetones del paso del Nazareno y con la seriedad convencida por la cátedra de amor del Martes Santo. Mañana es el Pregón.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios