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Análisis

Rogelio velasco

El frío que produce el 'Brexit'

El sector del automóvil en el Reino Unido fabrica coches por valor de 77.000 millones de libras, unos 88.700 millones de euros al año. Emplea directamente a unas 170.000 personas y 800.000 de forma indirecta. Representa el 12% de las exportaciones totales, constituyendo el sector exportador más importante. Es un sector muy importante para la economía británica.

Los días pasados se han hecho públicas las cifras de inversión durante el último año. Esta se ha reducido nada menos que un 50%. A la alarma provocada por estos datos, se ha unido unas declaraciones de un alto ejecutivo de BMW que ha afirmado que si el Reino Unido sale de la UE, su empresa se vería obligada a cerrar todas las plantas en ese país. BMW cuenta con una planta que fabrica los Minis, otra en donde fabrica el legendario Rolls-Royce y otras dos de componentes. Una declaración oficial de la marca alemana para quitarle importancia a las referidas manifestaciones, apenas ha despejado las inquietudes que rondan en el sector.

El temor que abrigan los fabricantes de automóviles y de muchos otros sectores industriales, es que no se llegue a un buen acuerdo para el comercio transfronterizo en los dos sentidos y se produzca un parón en la frontera, cada vez que se importe o exporte un producto, sea cual sea su naturaleza. Esto es especialmente importante en las industrias -como el sector del automóvil- en las que la cadena de valor esté distribuida geográficamente entre varios países. Los neumáticos son fabricados en Italia, los pilotos en Alemania, las cajas de cambio en España, etc. Todos estos componentes se envían y ensamblan en las fábricas del Reino Unido, como sucede con todos los países en donde finalmente se ensamblan los automóviles.

Honda, que cuenta una factoría en el sur de Inglaterra, ha provocado la alarma por el riesgo de fuga de esta planta. En la actualidad, el funcionamiento de su cadena de valor es como sigue. La factoría inglesa ordena la producción de un componente, el suministrador -fuera del Reino Unido- lo fabrica, después lo envía en camión a la frontera de la UE con Reino Unido, no teniendo que pasar por aduanas. De ahí, directamente a la fábrica en donde se ensamblan los coches. Increíblemente, todo este proceso dura sólo 24 horas.

Si el Reino Unido saliera de la unión aduanera, la declaración de aduanas (que podrían elevarse a unas 60.000 cada año) tanto en el borde de la UE como en el británico, demoraría el proceso hasta nueve días, generando unos costes muy elevados para todas las fábricas -y no solo de automóviles- que tengan geográficamente repartidas las cadenas de producción. Honda ha declarado que no podría continuar fabricando en el Reino Unido.

La respuesta de BMW para tranquilizar a las autoridades políticas y a los trabajadores no se corresponde con los hechos, dado que ya ha movido fuera del Reino Unido la fabricación de varios motores y buena parte de la producción de los Minis la ha desplazado a Holanda. Jaguar, Land Rover y Nissan llevan un año despidiendo a trabajadores.

La soberanía popular sobre temas que deparan consecuencias que los ciudadanos ignoran pueden acarrear consecuencias muy costosas. Los ciudadanos británicos las van a conocer.

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