La ventana
Luis Carlos Peris
Cuando Las Ventas va de circo romano
Galopa el tiempo de forma inexorable, los días se hacen huéspedes y vamos de cabeza hacia esa tierra prometida que es el remate de la temporada en el primer templo del toreo. San Miguel en una lontananza que vemos al alcance y una pesadilla se ha hecho carne hasta habitar entre nosotros. Tenemos la fortuna de haber convivido con toreros de la inmensidad de Ordóñez, Camino, El Viti, Ojeda y de haber profesado la fe currista. Eso hubiese sido suficiente para sentirse satisfecho, pero en el último tramo vital nos tocó un premio gordísimo, quizás el premio mayor en nuestra vida de aficionado. Ese premio se llama José Antonio Morante, con él hemos disfrutado de la perfección en un arte donde se muere de verdad y ahora rogamos que la pesadilla no nos abrume también despiertos. Torero, ponte bueno.
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